El delfín de Peña anunció que va con todo por la reforma educativa, porque sin duda, esta es la más importante en el país.
El problema es que ajusto su equipo de trabajo pero lo hizo con operadores políticos, no con expertos en educación.
Cierto que la conducción de las secretarías son cosa de los políticos, pero las necesidades del siglo XXI reclaman un mínimo de conocimiento y expertez en los temas que van a conducir.
Desde el secretario para abajo todos tienen frente a sí una sola meta: La sucesión presidencial de 2018 y van a usar a la estructura educativa para eso.
El secretario parece poner sus canicas en la bolsa de Carlos Salinas, porque ha atraído a algunos de sus operadores, de los que no se podría decir que se han destacado en los trabajos anteriores que han tenido, pero en este juego no es la eficiencia lo que se premia, sino la capacidad de poder mover la maquinaria política y aplicar los chanchullos y marrullerías que han aprendido, y para eso, los salinistas están que no se pintan solos.
Ni hablar, el país perderá una vez más una oportunidad de oro para dar un brinco, en cambio se condenará a ver que sus posibilidades de competir en el mundo se hunden.
Así que a regocijarse, las reformas van, cómo y hacia dónde ya veremos, ciertamente no para el beneficio de la sociedad.