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El Chapulineo

Ante el escenario de 14 elecciones estatales en el año 2016, estamos presenciando a nivel nacional el fenómeno coloquialmente denominado como ”chapulineo", que es una expresión popular que emula los saltos que hacen los chapulines, que son insectos que se desplazan de esa manera, para describir los “saltos" que dan los políticos de un puesto público a otro.

Para no caer en un lugar común, pretendo en esta columna hacer un breve análisis de este fenómeno, sin caer en simplemente criticarlo o denostarlo, sino tratarlo de comprender.

Recordemos que nuestro sistema político es de alguna manera sui-generis, deriva de un sistema autoritario, que fue diseñado en el siglo pasado para pacificar al país de la violencia derivada de la revolución. El sistema fue diseñado por Plutarco Elías Calles, imitando el sistema de control político que estaba de moda: el fascismo.

Dicho sistema partía de un eje, que era la Presidencia de la República, desde donde se repartían las posiciones de poder a lo largo y ancho del país: gobernadores, alcaldes, diputados federales, senadores, diputados locales, síndicos y regidores, así como toda la pléyade de puestos públicos de los tres niveles de gobierno y de los tres poderes de la Unión y de los estados.

Dicho sistema se basaba en el principio de no-reelección, piedra angular de la repartición y reciclado del poder para los miembros de la llamada "Familia Revolucionaria", que eran tanto las diversas facciones que estuvieron en conflicto, como la de sus herederos.

En ese sistema nadie se fijaba ni le importaba el chapulineo. Es más, ni se conocía el término. Todo mundo consideraba a los miembros de la Familia Revolucionaria, como una especie de nobles o personas que habían heredado por designio del dios de la

Revolución Mexicana sus puestos públicos, que eran una gran bolsa indivisible, que cambiaba de configuración por ministerio del "sistema".

Pero, después de que este sistema se desmembró como consecuencia de que El Presidente Fox, sacó al PRI de Los Pinos, al romperse el eje del sistema priista: la Presidencia de la República, todo cambió.

Ahora, la gente quiere rendición de cuentas de los políticos que detentan cargos de elección popular o de designación, pero esto no sucede.

Ahora, la gente quiere que las personas que son elegidas a cargos públicos, los detenten hasta el final de su comisión, pero esto no sucede.

Ahora la gente quiere que los llamados "políticos", que son las personas que detentan cargos públicos y pertenecen a partidos políticos, dejen sus cargos para que los "ciudadanos puros y libres", sin partido político los ocupen, pero esto no sucede.

Todo lo anterior ha generado una enorme frustración de la ciudadanía porque a raíz del advenimiento de la vida democrática en el país, no se notan resultados palpables para el país como resultado de este cambio.

Ahora, después de que se colapsó el sistema y entramos supuestamente a una vida democrática, en donde despareció la repartición del poder derivada de la voluntad del Presidente de la República, influenciada por los llamados factores reales de poder, como los empresarios, sindicatos, iglesia, los Estados Unidos y otros grupos de influencia, cambiamos a una nueva competencia electoral que ha sido capturada por los partidos políticos, con influencia de los gobernadores y de los factores reales de poder, que ahora se les denomina poderes fácticos.

Actualmente, los ciudadanos critican cómo es que un funcionario recién elegido a un puesto a los pocos meses lo deja para aspirar a otro, más aún cuando dicho funcionario pertenece a un partido que no sea el PRI.

El PRI ha tratado infructuosamente regresar al viejo sistema que inventó Calles en el Siglo XX, pero el mismo ya no puede funcionar, por muchas razones. Por ejemplo, entre otros factores, la comunicación irrestricta de la población a través de las redes sociales, el intervencionismo internacional derivado de los tratados de derechos humanos adoptados por México como ley suprema, y sobre todo, es difícil que los

gobernadores quieran de nuevo someterse irrestrictamente a la voluntad del Señor Presidente.

Volviendo al chapulineo, en el nuevo entorno político en el que nos encontramos, los servidores públicos de elección popular deben por ética básica cumplir con su función y si avizoran una oportunidad futura de ascenso en la escala de poder, deben de antemano informar a la ciudadanía que aspiran a ella antes de terminar con su función. De esta manera no habrá engaños y la ciudadanía sabrá a qué atenerse, de lo contrario, nos encontramos con situaciones patéticas como la de El Bronco, que generó una movilización social de enormes proporciones, para que ahora tenga la cabeza en otro lado, con sus aspiraciones a la Presidencia de la República, ya otros casos similares que encontramos a nivel nacional.

Con el advenimiento de la reelección a partir del 2016 en los gobiernos municipales y en el 2018 con los legisladores federales, debe existir una presión mayor para los funcionarios que deseen chapulinear, para que de antemano anuncien su intención.

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