No cabe duda de que las elecciones de este año nos van a dar a todos grandes lecciones sobre el comportamiento del sistema democrático en México.
Tenemos grandes retos, por un lado el deterioro en la credibilidad de los partidos políticos, por el otro, el poder de los gobernadores de los estados sobre sus propios partidos y sobre las instituciones gubernamentales de sus estados. También está la puesta en jaque de todo el sistema por parte de los candidatos sin partido, mal llamados “independientes”.
Aunado a lo anterior, tenemos el poder adquirido por los minipartidos que venden sus siglas al mejor postor, ya sea a los gobiernos estatales, sean del signo político que sean, así como a los grandes partidos, PRI, PAN y el deteriorado PRD. En el caso de Morena, bajo capa y espada se rehúsa a hacer alianzas. Al final está el PRI que pretende navegar sacando ventaja de estas aguas turbulentas.
Tenemos que añadir, que a partir de las administraciones locales siguientes, vamos a tener el nuevo fenómeno de la reelección en los Congresos Locales, así como los presidentes municipales, regidores y síndicos, individualmente considerados. Esto vendrá a agregar un elemento más de inestabilidad a un sistema democrático que cada vez se torna más azaroso.
Una situación es cierta. Ninguna fuerza política la tiene fácil. El PRI cada vez batalla más para controlar a sus gobernadores. Al PAN lo traen en jaque las candidaturas independientes resultantes de sus propios militantes que han sido ignorados por los grupos de poder internos de dicho partido, aunque también están saliendo del PRI algunas candidaturas independientes, siguiendo el fenómeno de El Bronco.
En estas circunstancias, el PRI además de apostarle a las alianzas con sus partidos satélites, el Verde, Nueva Alianza y el PT, le seguirá apostando a la dispersión del voto opositor, impulsando candidaturas en el PRD, Movimiento Ciudadano y el Partido Encuentro Social o directamente candidaturas independientes.
En este momento, existe un sentimiento muy amplio de libertad y oportunidad de los ciudadanos con inquietudes políticas que no han tenido el medio para crecer dentro de los partidos políticos, por el amafiamiento que ha causado una cerrazón en los mismos. Sin embargo, también hay grupos de poder económico que ven con gran oportunidad el realizar una especie de by-pass de las estructuras partidistas y lanzar candidaturas que no estén sujetas a las ataduras ideológicas, sistémicas y sociales de los partidos, y lanzan a sus candidatos, que de independientes no tienen nada, pero les representa la oportunidad de tener poder político para la defensa de sus propios intereses.
Aún muchos de los independientes tendrán que pasar las duras pruebas de la recolección de firmas, que en ciertos estados, como el mío que es Chihuahua, están llenas de escollos, como por ejemplo firmas para un solo aspirante que no se pueden repetir para otro, dispersión geográfica en la captación de firmas que en algunos casos tornan prácticamente imposible su feliz conclusión.
Por último, una vez en la pista de salida, los candidatos con partido y los candidatos sin partido, tienen que iniciar campañas abiertas a toda la ciudadanía, gastar inmensas cantidades de dinero, actuar con estrategias creativas para la penetración del convencimiento ciudadano, a través de todo tipo de mensajes, unos torpes, otros burdos, otros ininteligibles, pero algunos que llegan al corazón de los electores y generan esperanza y confianza por los candidatos.
También habrá reparto de todo tipo de dádivas, legales e ilegales, uso de recursos ilegales, sean públicos o privados, provenientes del extranjero o del crimen organizado.
Pero finalmente, se deberá decantar el resultado y saldrán elegidos gobernadores, alcaldes, regidores, síndicos y diputados locales, unos de los partidos en el gobierno otros de los de la oposición y algunos independientes.
De estas elecciones sacaremos varias conclusiones. Auguro que las candidaturas independientes generalmente fracasarán. Por supuesto que habrá honrosas excepciones. En la mayoría de los casos, el PRI saldrá adelante con la dispersión del voto opositor (incluyendo el resultante de los candidatos independientes), y con el uso de sus partidos satélites. Pero en otros casos, alianzas opositoras saldrán adelante.
Estimo que después de estas elecciones, los ciudadanos y los partidos políticos van a comprender la necesidad de desarrollar en México un sistema de elecciones primarias, a fin de darle oportunidad a los ciudadanos sin penetración en los partidos, de participar en los mismos como precandidatos y someterse al escrutinio ciudadano, manejado por las autoridades electorales de una manera ordenada.
Con este sistema, se fortalecería el sistema de partidos, tan necesario en las democracias, y a la vez, se dará a los ciudadanos un vehículo de participación política sin que interfieran los grupos de poder de los partidos. Este autor presentó su última iniciativa ante el Congreso de la Unión, precisamente creando dicho sistema, esperemos que esta nueva legislatura comprenda la necesidad de implementarlo