Si bien la música acompaña los pasos del ser humano desde tiempos ancestrales, su evolución, su desarrollo, al menos documentado, tiene cuando mucho unos diez siglos, tiempo que se ha ido volando. Debemos agradecer a la vida conventual europea, y también americana, el haber contribuido para la compilación de mucho del conocimiento y su posterior divulgación. Sin embargo, mucho de lo que se conoce ahora no son sino conjeturas, construcciones de un rompecabezas intelectual con unas cuantas piezas, eso sí, en hábiles manos y mentes.
Lo que nos resulta más fácil es trazar una línea de tiempo a partir del siglo XIII y a partir de allí colocamos la sucesión de estilos: la música del barroco, renacentista, romántica, clásica, moderna y contemporánea. De esta manera podemos colocar a Vivaldi o a Bach en lo tiempos remotos, a Mozart, Beethoven y Chopin en los intermedios y a Philip Glass o Arvo Part en la escena contemporánea.
Agradezco haber podido tener acceso a esta riqueza: desde el radio, en conciertos y por medio de discos. La radio pública tiene una función irrenunciable de democratizar la cultura; de otra manera, de qué manera muchas personas tendrán acceso a la obra de un compositor o de un período.
Hace unos días, platicaba con una maestra de música a quién le plantee una duda antigua. ¿Con base en qué se dice que la música se ha vuelto más compleja? Lo pregunto porque si escuchamos la obra de Bach o Telemann, que tienen varios siglos, en nada se escuchan simples.
Mi interlocutora me explica que cada compositor, en cada tiempo tiene una serie de reglas a las que apega su creación musical. El oído entrenado reconoce que cada sonido está en su sitio debido a que el esquema así lo exige. Pero, con el tiempo llegan otros compositores que desafían estas reglas para poner otras, las propias, y construir con base en ellas. Sin embargo las reglas anteriores, derribadas, sirven como un referencia para posteriores construcciones. Conforme pasan los años y los siglos, los recursos disponibles para componer son cada vez más numerosos y eso hace que las composiciones contemporáneas sean a veces difíciles de entender porque las seguimos referenciando con lo que conocemos.
Además es muy importante conocer la vida de los compositores; eso puede explicar en el marco de una enfermedad o una pérdida los rasgos de ciertas piezas que difieren del resto. En el caso de Beethoven, los cuartetos de cuerdas que compone luego de su sordera, son mucho más complejos si bien su Novena sinfonía expresa toda la fuerza de su esperanza.
Escuchar y descubrir música es una aventura antropológica, es un esfuerzo arqueológico, es un exhumar y poner en orden datos que eran incoherentes. Es un descubrimiento constante en el que el descubridor es también transformado.
Juárez necesita una estación de radio pública, quizá anidada en la universidad, desde donde se transmita todo el saber que está pendiente para su población. Muchos jóvenes son excelentes intérpretes; hay gran cantidad de orquestas y grupos de cámara pero sigue faltando una guía. Órbita me gusta pero es federal; la ciudad requiere su estación en la que se pueda gozar lo mismo con Handel o Brückner que con Moncayo o con Revueltas.
Antonio Canchola Castro
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