Nos han puesto en una situación complicada e irónica.
El Papa llega al Vaticano y dice que hubo una tregua entre criminales para no empañar su visita a Ciudad Juárez.
Los gobernantes de Chihuahua lo desmienten sosteniendo que tal negociación no existió. El caso es que no hubo ningún incidente que lamentar y el gobierno se enorgulleció por tener una jornada blanca.
Y ahora ¿a quién le creemos?
¿Por qué el Papa tendría necesidad de decir una cosa que no es verdad?, ¿se habrá molestado con el gobierno y por eso les aventó esa tremenda piedra estando resguardado por las enormes murallas del Vaticano?
Tal vez los criminales que con frecuencia demuestran su apego a la iglesia, decidieron no manchar con la sangre que derraman sin piedad, la visita del pontífice. En ese caso el gobierno tiene la razón y nadie negoció nada.
Tal vez alguien fue capaz de negociar con los criminales. Si es así, bueno fuera que negocie el fin de esta guerra insensata. En ese caso el Papa tiene la razón y alguien se aseguró que no le cayera la menor sombra a su visita pastoral-política.
Estos dimes y diretes son el resultado de tratar de disfrazar una visita de algo que no es.
Para el gobierno era muy importante la visita, aunque no logró ocultar la condición ruinosa de la economía.
Para el Papa era importante para mostrarle la condición de los feligreses de su iglesia, que según muchos se están alejando.
El caso es que México está en una condición de queso Oaxaca permanente y se hace bolas el engrudo aunque a veces no hay engrudo.