Recientemente ha habido múltiples discusiones respecto de lo bajo de los salarios en México, y en mi tierra, Ciudad Juárez, tenemos un fenómeno de ocupación plena, con un déficit de unos 27,000 empleos, que es resultado no de lo eficiente de nuestro gobierno ni de sus famosas reformas estructurales, sino, curiosamente, por efecto del bajo costo de los hidrocarburos, que ha generado resultados positivos en casi todo el mundo, principalmente en los Estados Unidos, debido al abatimiento de los costos de producción, que vuelven a las plantas productivas más eficientes.
Asimismo, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ha ocasionado la integración de múltiples sectores industriales en Norte América, donde se incluye a México, en toda clase de productos, destacándose los de la industria automotriz, aeronáutica, de productos electrodomésticos, de aparatos de telecomunicaciones, computadoras, instrumentos y productos para la salud y artículos para el hogar, entre otros.
Esta integración, junto con el abatimiento de los costos de producción y una mejoría en la economía de los consumidores estadounidenses, han provocado el apetito de los productos manufacturados en México que se integran a las cadenas productivas o de consumo de nuestros socios en Estados Unidos y Canadá.
Sin embargo, ¿por qué permanecen en México muy bajos los salarios de los operadores de producción? Al respecto, existen diversas interpretaciones. La izquierda, tiene la teoría de la famosa plusvalía, que sostiene que los capitalistas explotan a los trabajadores. Sin embargo, veamos brevemente la estructura económica y los componentes que conforman estos negocios de producción, antes de verter una conclusión de bote pronto.
Los recursos necesarios para producir artículos de calidad en cualquier empresa manufacturera, básicamente son: los materiales, capital, recursos humanos y financieros. La mezcla adecuada de estos dependerá de las habilidades gerenciales de cada planta y la cultura que prevalezca al interior.
Además de lo anterior, debemos de tomar en consideración la alta y feroz competencia que existe a raíz de la globalización de la economía y del apetito del consumidor que exige productos de alta calidad al más bajo costo.
Los inversionistas mexicanos se acostumbraron a que papá gobierno les creara mercados monopólicos, con ganancias exhorbitantes del 40% al 100%, mientras que en la economía gobalizada estas ganancias van del 8% al 20% a lo sumo.
El camino de la industria-maquiladora no ha sido fácil, los fundadores de la misma, en la década de los 60s, libraron una lucha tenaz contra la Secretaria de Hacienda para sobrevivir. En esa época del llamado “desarrollo estabilizador”, la política económica del Estado mexicano era proteger a la industria nacional generándole mercados protegidos. Esta política iba completamente a contrapelo de la visión que se tuvo inicialmente de la maquiladora, que fue creada para generar rápidamente empleos para ocupar la mano de obra que llegaría de los braceros que serían despedidos de sus empleos agrícolas en Estados Unidos, debido a la conclusión del llamado Programa Bracero.
A pesar de las fuertes críticas que se ventilan sobre el impacto de la industria maquiladora, ha habido una evolución de productos sencillos de baja tecnología, como juguetes, artículos navideños, curiosidades y ropa, a la manufactura de componentes con alta tecnología, como sistemas avanzados automotrices, computadoras, teléfonos celulares, artículos electrodomésticos de última generación e instrumentos médicos avanzados.
Las maquiladoras también contratan diferentes servicios de calidad mundial, como software, de logística, aduanales, financieros, contables, técnicos, cocina, transporte. Las manufacturas de exportación, como ahora se les llama, son una fuente de impuestos para el gobierno federal, estatal y municipal.
La indutria exportadora tiene que abatir el costo total de hacer negocio para poder susbsitir ante la economía globalizada, para ello, el entorno en que esta industria se mueve en México es muy ineficiente. Esta industria es la más regulada en México, tiene que lidiar con altos costos de transporte y de energía, altos costos del valor de los inmuebles, de seguridad y de procedimientos aduanales engorrosos. Hasta que esto no se reduzca, las maquiladoras no podrán pagar los salarios que se merecen sus trabajadores, que son de los más eficientes del mundo.
Para que aumente la proveeduría y los salarios es necesario mejorar el capital humano. Que los trabajadores de la maquiladora puedan ascender a mejores puestos y no quedarse como operadores de producción. Es urgente aumentar el nivel de capital humano para atraer servicios de apoyo a la industria que actualmente se prestan en el extranjero. Por ejemplo, los niveles de conocimiento de inglés que existen en Ciudad Juárez son de los más bajos de México. Es importante que los trabajadores pueden continuar sus estudios para que puedan contribuir más a la maquiladora y aumenten sus salarios.
Claro está que también los corporativos de las empresas tienen que invertir en nuestras ciudades en aplicar fondos de desarrollo humano que tienen fuera de sus costos de producción y que actualmente se aplican a otros lugares en el mundo.