No sorprendió la respuesta inicial de Luis Videgaray al negarle fondos a la Ciudad de México para atender la crisis ambiental con medidas profundas y de largo alcance, para el que solamente le interesa privatizar, los intereses de la ciudad son muy caras. Su respuesta neoliberal es apoyar que aumente la deuda de la ciudad.
Los expertos que critican el programa Hoy no circula, exigen el establecimiento de un sistema de transporte público eficiente, limpio, que convenza a los usuarios de auto para que piensen de forma distinta su forma de transportarse. En parte Uber está ayudando a esto. Hoy cierto grupo social está volteando hacia ese taxi, pero no es suficiente, se requiere limpiar a los demás taxis, especialmente a los piratas para dotar al sistema de credibilidad. Para lograr más eficiencia la solución no consiste en pintarlos de colores (cada nueva administración los obliga a pintarse de otro color). Dada la pauperización del país, los pequeños transportistas, que son la mayoría, carecen de fondos para modernizar la flota de transporte y el gobierno sabe que los medios privatizados carecen de la motivación para modernizarse, pero se niega a aceptar que el neoliberalismo ha fracasado y que en buena parte, el micro salario es un factor inhibidor porque no permite el aumento de tarifas para crear una mejor rentabilidad.
Como siempre, la mejoría en la calidad del aire atraviesa por los fondos públicos, o la garantía estatal para generar créditos blandos y a largo plazo, que debe ser la última opción. La ampliación del metro y otras formas colectivas debe ser priotitario aunque es tardado y demanda mucho dinero.
Aunque todo lo que plantean los expertos es perfectamente racional, no fructifica porque el gobierno priista apuesta a la quiebra de la Ciudad de México para apoderarse de ella en el 2018. El simbolismo de controlar la Ciudad capital es demasiado poderoso como para dejarlo pasar.
La capital del país se ha convertido en rehén político hacia el 2018, por desgracia la estrategia es quebrar a la ciudad para entonces decir que ellos pueden corregir lo que han echado a perder. El problema con este tipo de enfoque es que conlleva un elevado índice de error, porque el daño puede ser tan profundo que será muy difícil corregirlo cuando llegue el momento.
Parte de la estrategia fue el apoyo al largo plantón de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, que desquició amplias partes de la ciudad, arruinó a muchos negocios que vieron el acceso a sus establecimientos por los plantones y que sin duda, también afectó la calidad del aire, al propiciar largas y prolongadas marchas que provocan emisiones de contaminantes.
El PRI puso a Mancera en la línea de fuego y logró su objetivo. Hoy el político está lastimado de muerte y enfrenta una paradoja. Haga lo que haga pierde, así que si tuviera madera de estadista se lanzaría a arreglar la ciudad sin medir el riesgo y costo político, con eso pasaría favorablemente a la historia, y tal vez podría rescatar su
carrera. Está es una postura complicada para un político cuyo apetito de poder no lo deja ver el gran interés general.
La estrategia le ha pegado al PRD y si este quiere conservar los restos del naufragio, mejor empieza a buscar un nuevo candidato. El problema es que algunos de los que quieren no son del partido (igual que Mancera) lo que les quita credibilidad y otros tienen un desgaste mayúsculo como Barrales.
Lo que no se esperaba el gobierno es el surgimiento y ascenso de MORENA, que con una estructura incipiente y recursos limitados, ha crecido de forma importante. Este partido sufrirá cuándo desaparezca López Obrador, lo que no sucederá en breve, así que el ataque contra él lo ayudará a mejorar su posicionamiento.
Si el PRI apuesta para que quién llegue al gobierno en el 2018 se encuentre con una ciudad con problemas muy profundos, encontrará también que el costo puede ampliarse estructuralmente, porque la zona metropolitana de la Ciudad de México es la zona económicamente más potente del país, el recipiendario más fuerte de turismo y una fuente cultural muy importante. La destrucción de éstos factores tendrá un precio incalculable para la nación, que en las condiciones actuales el país no puede darse el lujo de pagar.
Pero el mantra de los políticos noeliberales que crean las condiciones para privatizar todo, es el mal entendido dicho de Keynes: A futuro todos estaremos muertos. El problema de la calidad del aire, es que nos pueden ayudar a morir.