Señores candidatos a la presidencia municipal:
Estoy consciente de la inutilidad de mis palabras. Sé que van por el hueso y nada más. Su prioridad es ocupar una oficina y devengar un ingreso para vivir durante tres años (o menos, según les pinte el instinto chapulinesco) a costa del trabajo de quienes pagamos impuestos. Eso sí, poniendo de frente el argumento del trabajo por la comunidad. Ni el más imbécil de los ciudadanos lo cree. Por la misma razón, miles de ciudadanos ni siquiera han pensado en molestarse en emitir su voto. Les da lo mismo. Nos da lo mismo.
Sin embargo, las historias cotidianas se han caracterizado por centrarse en los inútiles asuntos de la vida diaria de las personas y hoy no puede ser diferente. Quién esto escribe ha decidido (ya era hora que decidiera algo) plantearles el asunto del transporte público en Ciudad Juárez. Siguiendo con la inutilidad, para empezar, no creo que lo lean. Si alguien se los platica, de seguro tergiversarán las ideas y, en última instancia, les seguirá importando más el puesto que lo que puedan hacer por la ciudadanía que se parte el lomo todos los días para que ustedes vivan como viven.
Espero que sepan de lo que les hablo, aunque mi optimismo cae por los suelos de inmediato y casi podría apostar que esto del transporte público es un aspecto que les viene valiendo un cacahuate o lo mismo, pero sin el huate.
Dicen los que saben, que en Juaritos se requieren alrededor de 600 mil viajes diarios utilizando el transporte público. Es la necesidad de los que no poseen un vehículo propio, de quienes no quieren o no pueden hacerlo a pie o en bicicleta o de quienes cuentan con la dadivosa merced de sus patrones que les han contratado un servicio de transporte de personal exclusivo para los trabajadores de ciertas empresas. Bendiciones a los señores empresarios, siempre tan atentos a las necesidades de los trabajadores.
De a siete pesos el viaje se debe pagar para que las empresas concesionarias brinden el servicio a los mortales que no gozan de la posesión de un auto. ¡9.5% del salario mínimo diario! Es como si en los Estados Unidos el pasaje costara entre 11 y 12 dólares, cuando en realidad se cobra alrededor del 1.5% del salario mínimo diario.
De acuerdo a un pensamiento racional (de existir, aclaro), la prioridad en una ciudad debe ser la movilidad de las personas por medio de un transporte público eficiente, eficaz, seguro, rápido, confortable y satisfactor de todas las necesidades de quienes la habitan. El bien público por encima de todo. Ya después de satisfacer las necesidades de la mayoría, quienes gobiernan una ciudad, podrían dedicarse a atender las necesidades del resto de las personas. Neta que no es sarcasmo, mucho menos ironía y para nada una burla.
Posiblemente me estoy metiendo en camisa de once varas. Los juarenses que requieren de usar los camiones de pasajeros en rutas establecidas son las personas más felices del mundo. Esto es porque
tienen la oportunidad de subirse a un vehículo en el que es más importante el calor humano que la limpieza. Nadie le pone peros a la diversión continua que significan los 70 decibeles del aparato de sonido del chofer. A casi nadie le preocupa que el pasajero pueda bajar en donde se le venga en gana al conductor.
Resulta hasta excitante solicitar que se detenga el autobús para tratar de iniciar el viaje y que el chofer decida que es más importante ganarle la carrera al que viene detrás, que tampoco habrá de detenerse. Si la velocidad máxima permitida en las juarenses rúas es de 60 Km/h (Do you know what I mean or this kind of expression is out of the way for all of you?), los vehículos que responsablemente transportan a los pasajeros las surcan a más de 80 y ni quien los detenga.
El amor a la aventura se solidifica en el usuario cuando ya en la oscuridad nocturna el camión deja de funcionar por cualquier motivo y debe terminar su recorrido a pie en un ambiente donde la violencia es solamente un hecho aislado.
Ah, porque nadie podrá negar que el transporte público es digno de quienes habitan Ciudad Juárez: vehículos de último modelo, confortables, seguros, limpios, al tiro en cuestiones mecánicas y eléctricas, con los adecuados sistemas de seguridad. Además, conductores capacitados en el servicio al usuario, corteses, diestros al volante y conscientes de la responsabilidad que implica transportar cuerpos humanos.
¿Y qué decir de los horarios de recorrido? En una sociedad donde se respira, se mama y se exuda el más estricto de los órdenes, todo mundo sabe a qué hora pasa el autobús, a qué precisa hora podemos llegar a nuestro destino y si uno tiene la posibilidad de subirse a la otra.
Ni qué decir de lo científicamente planificadas que están todas las rutas, diseñadas de acuerdo a las necesidades de la población en todos sus sectores y clases sociales.
Me arrepiento, señores candidatos. No pongan atención en el transporte público, como no lo han hecho las treinta y tres más recientes administraciones municipales. Ustedes sigan haciéndose de la vista gorda y sigan permitiendo que un puñado de víboras siga haciendo negocio a costa de las necesidades de quienes no tienen para comprar un auto.
A final de cuentas, llegará el tiempo en que todos puedan ser propietarios de una ranfla y poco a poco se extermine la mafia de los permisionarios. Para entonces, quizá puedan comenzar (ustedes o a quien le toque en el futuro, si acaso llegase) a pensar que la cantidad de emisiones contaminantes puede llegar a convertirse en un problema que alguien debe atender.
Pero no se preocupen, el futuro deberá parcharse en el futuro. Mientras no haya necesidad de nuevos parches, ustedes, más bien, quien logre adquirir mayor número de votos (¡bendita democracia!) podrá dedicarse tranquilamente a hacer lo que ahora más anhela al convertirse en presidente municipal.
mawyaka@hotmail.com
http://www.semanarioelreto.com http://lascotidianas.wordpress.com