Los decálogos son bastante comunes; dicho vocablo no sólo se refiere a los diez mandamientos que, se dice, recibió Moisés de su dios. Horacio Quiroga es autor de un manuscrito similar, titulado “Decálogo del perfecto cuentista”. Así pues este término se asocia con el conjunto de diez principios o normas considerados esenciales para el ejercicio de cualquier tarea. ¿Y tienen que ser diez?, me pregunté. Afortunadamente el diccionario de la RAE lo define como el “conjunto de normas o consejos que, aunque no sean diez, son básicos para el desarrollo de cualquier actividad”. Ese es el caso de Augusto Monterroso, quien redactó su “Decálogo del escritor”, compuesto de doce puntos y en el que da la opción al escritor de descartar dos de los enunciados para que se quede con los restantes diez.
Gabriela Mistral tuvo la original idea de escribir un “Decálogo del maestro”, que a mí, rotundamente, no me convence. Tiene mucho más de sentimentalismo que de objetividad; sé que se le otorgó el Premio Nobel pero eso no quita que su “compendio” más parece un encomendarse a alguna divinidad para hacer una buena labor como profesor, que tener conciencia, y hacerse responsable, de una decisión tomada. Así que aquí, y en franco atrevimiento, presento yo una lista de los aspectos que un profesor debería tener en cuenta si cree que puede cumplir con dicha labor.
1. Leer, leer constantemente, todos los días, a Homero, a Ovidio, a Saramago, libros de viajes, de arquitectura, los clásicos, las fábulas, los tratados de pintura, sobre geografía, historia, medicina, jardinería, leer es la primera exigencia para quien desea pararse frente a un grupo. ¿No le gusta leer?, ¿nunca ha leído en libro en su vida?, para usted no es eso de querer enseñar.
2. Consultar los diccionarios –los hay desde el más conocido, el relativo al uso de la lengua; de filosofía, de arte, de otros idiomas, los de sinónimos, los bilingües, de medicina, de rimas, entre muchos otros– es una forma de ampliar nuestro vocabulario, de precisar lo que entendemos por cada término, de alimentar la mente. Recuerden, los diccionarios están ordenados alfabéticamente y dan definiciones, significados, etimología, ortografía, incluso algunos anotan la separación silábica o la categoría gramatical de las palabras. Por supuesto, la información varía dependiendo del diccionario que se consulte.
3. Viajar…, por tierra, por mar, por aire; disfrutar el paisaje, comer distinto, sentir otros climas, experimentar la sensación de no estar en la tierra que nos vio nacer. En estos tiempos en que campea el turista, no es tan agradable viajar en manada, pero a veces los precios son tan bajos que le permiten al profesor ir a ver el mundo de primera mano.
4. El acercamiento al arte es sustancial para el intelecto. ¿De qué otra manera, si no conociendo -de pintura, de escultura, arquitectura, música, danza, teatro-, se puede aproximar a los niños y jóvenes al gozo espiritual que nos proporciona la belleza y lo sublime? El arte nos permite conmovernos con los sentimientos ajenos. A través del arte el hombre entrega su vida interna y recoge la de otros. El arte está lleno de la existencia humana; ahí nos reconocemos.
5. El trabajo manual es un bien incalculable. Con las manos se planta un árbol, con las manos se pinta una pared, se levanta un muro, unas manos preparan las tortillas y el pan que nos llevamos a la boca, unas manos recogen sin falta la basura que producimos, una mano nos enseñó a mantenernos erguidos y luego a caminar, unas manos construyen mesas, sillas, camas que nos son muy útiles. Mostremos nuestro agradecimiento usando también nosotros nuestras manos para plantar, cocinar, limpiar.
6. Evitar el escándalo, los festejos banales, imitar a las focas, premiar sin ton ni son. Permitir que los minutos y los días se consuman en tan triviales actividades no distingue a nadie como excelente profesor, más bien lo hace popular, lo califica de anodino.
7. Enterarse de los acontecimientos mundiales, sí, a través de noticieros y periódicos, tanto impresos como digitales, es una elemental manera de saber cuál es el tiempo que nos ha tocado vivir, cuáles las formas de vida que determinan el contexto de quienes habitamos este planeta.
No son diez, ya lo veo, pero son siete, y algo es algo dijo el diablo. Trabajos con un salario hay muchos: a la vuelta de la esquina está, para empezar, la industria maquiladora, pero también están contratando en algunos antros –en donde vale la pena recordar, se pasa la vida de fiesta en fiesta–, los centros comerciales con su bullicio regocijante ofrecen diversos puestos, incluso de la alta dirección. Ahí se puede ganar muy bien, para alcanzar los sueños más preciados. Así que enfocar los esfuerzos por esas líneas, quizá ayude.