Muchos han clamado a favor de las candidaturas independientes. Era claro desde el principio que cuando cundiera el ejemplo el principal damnificado serían los partidos políticos, y ahora resulta que los partidos políticos claman atemorizados.
Se levanta el reclamo en todas partes para que los independientes declinen a favor de algún candidato “bien posicionado”. Si es así, ¿para qué demonios se hizo tanto ruido para ciudadanizar la política?
En el plano nacional todos los que han levantado la mano, reclaman ahora que haya un “candidato de unidad”, porque según ellos el voto se fragmentaría permitiendo que gané otra vez el candidato de un partido. Lo que parece ser cierto.
El tema entonces se convierte en cómo lograr depurar el sistema para que todos declinen a favor de uno, pero más importante, que después de declinar se le unan en la campaña, pero ahí entra el choque de los egos.
Hay uno que propone crear una comisión que seleccione al bueno, claro que en la comisión el participa, para asegurarse ser juez y parte.
Interesante que los independientes busquen una opción oligárquica que les asegure su apetito de poder.
Es interesante que ninguno de los independientes nos ha dicho que tipo de Estado o de país busca.
Es más interesante que todos los independientes son personajes del sistema. Han sido funcionario o han vivido de las prebendas del sistema que ahora quieren combatir por haber caído de su gracia.
Los independientes no lo son. Necesitamos que la sociedad despierte para que entre sangre nueva, fresca y sin estar contaminada por los vicios del poder. Entonces sí, los partidos entrarán en pánico, porque se generará el voto libre.