Mucho se habla de la igualdad en la educación, pero llegó el tiempo de hablar de equidad dentro del sistema educativo. El enfoque de la igualdad es de la participación de todos y todas en el salón, pero la equidad es el derecho de aprender sin importar las circunstancias sociales, económicas, religiosas, de género, o cualquier problema de aprendizaje. Las maestras se encargan de que todos los alumnos participen, pero no de que todos los alumnos aprendan. El uso de la tecnología en el aula podría, si te toma un poco de conciencia, derribar los obstáculos que impiden aprender.
“La UNESCO cree que las tecnologías móviles pueden ampliar y enriquecer las oportunidades en distintos contextos”, (UNESCO 2013) y apunta a que los dispositivos móviles, en particular los teléfonos celulares y tabletas, simplifican “la administración y facilitan el aprendizaje de una forma nueva e innovadora”.
La publicación explica la importancia de que los dispositivos son controlados por una persona y no por las instituciones educativas y como pueden facilitar un gran número de tareas, especialmente las “relacionadas con la comunicación”. Pero como ya vimos en los artículos anteriores, es necesario una nueva conceptualización de los modelos tradicionales de uso y aplicación de la tecnología. El ejemplo del maestro que exige a sus alumnos guardar el celular es un ejemplo de como el modelo tradicional de enseñanza donde el maestro es el que controla la información.
Pero si hablamos de equidad, el aprendizaje tiene que ser ahora más personalizado. La publicación de la UNESCO explica como si un alumno tiene una buena memoria visual, la información histórica podría representarse en un atlas interactivo que se puede manipular en la pantalla táctil. El estudiante con una inteligencia gráfica cronológica podría ver videos informativos y fuentes primarias de los acontecimientos encargados por el maestro. De esta forma, una clase de historia, tendría varias aplicaciones y la maestra tendría que pensar muy bien cuál es su rol en el salón.
De igual manera, los estudiantes tendrían que tener mayor flexibilidad para avanzar a su propio ritmo y seguir sus propios intereses, lo que podría aumentar su motivación para aprovechar las oportunidades de aprendizaje. Pero quizá el aspecto más importante es que las tecnologías móviles simplifican las evaluaciones y proporcionan a docentes indicadores de progreso más inmediatos. Ya no es necesario esperar los resultados puesto que se producen instantáneamente. Esta posibilidad hace posible que el maestro o la maestra cambie, modifique, o restructure, la lección que se está llevando a cabo en ese momento.
Si tomamos una foto con el celular, por ejemplo, sabemos si salió bien o no en menos de un segundo. De igual forma, podemos editar la foto, o cambiarla, o borrarla, e inclusive compartirá en una red social instantáneamente. Las lecciones en el salón deben de funcionar de igual manera. Se debe de revisar continuamente si los alumnos están aprendiendo algo y se debe de editar, cambiar o borrar el contenido de dicha lección en ese momento, sin esperar días para saber si la lección está siendo aprendida.
De esta forma, el empleo productivo del tiempo que se pasa en el aula se puede usar para debatir ideas, compartir distintas interpretaciones, trabajar en equipo y participar en actividades de laboratorio. Las tareas pasivas o de memorización se pueden llevar a cabo fuera del salón a cualquier otra hora.
No se trata de usar el celular durante todo el tiempo en el salón. La idea detrás de mi propuesta es de usar la tecnología para avanzar el aprendizaje más equitativamente a todos los estudiantes. Es imposible ignorar la realidad: para un mejor aprendizaje, se debe usar el celular en el salón.