Había una vez un autor que mandó su mejor libro a una importante casa editorial. Mientras esperaba respuesta, se le ocurrió leer su copia. Descubrió que el personaje principal cambiaba a la mitad de la novela de hombre a mujer, que el conflicto no tenía sentido, y que lo que había empezado como una novela romántica terminaba en un misterio sin resolver. Como era de esperarse, su libro nunca se publicó.
Aunque parezca que esto casi no pasa, es más común de lo que se imaginan. En mi corta experiencia de editor, la mayoría de los textos propuestos para publicación no habían sido leídos mas que por el autor. Quizá esto se debe a la idea romántica del escritor trabajando en la soledad sin necesidad de ayuda alguna.
Cuando uno admira una pintura en un museo, por lo regular una plaquita al lado de la pintura explica lo que uno esta viendo. Cuando uno ve una pelea de box tenemos expertos narrando la acción. Pero el libro no cuenta con esa ventaja. El autor o autora no están presente cuando el lector lee la última página. El libro se debe defender por sí mismo y es necesario entender este punto si uno quiere publicar una novela.
Gabriel García Márquez decía que para ser escritor se necesitaban un par de buenas nalgas. Y mientras, la escritura sí es una labor individual, al principio, pero para llegar a la publicación ya ha sido leído por docenas de personas. Un buen autor tiene que ser un buen lector, aún de su propia creación, y sobre todo un buen crítico. No existe una mejor forma para lograrlo que con una continua participación en talleres literarios.
Hoy tenemos la ventaja de que un taller literario no esta sujeto a un salón, a un sólo profesor, o a un lugar y tiempo. Los grupos de escritores en la red hace posible que existan talleres literarios para todos los géneros imaginables. Existen grupos que van desde libretos de cine hasta para la escritura basada en los fans (fan-finction). Pero no todos los talleres son iguales y ser parte de uno requiere de ciertas reglas y protocolos para sacarles el mejor provecho. Una vez que se ha terminado el borrador, tenemos que saber cómo comportarnos en un taller. He aquí una breve guía.
1. Metas concretas
En primer término hay que tener una idea clara del propósito del taller. No se puede estar en un taller de poesía y escribir novelas. De igual manera se tiene que ver el nivel en que se encuentra el proceso. ¿Se trata de editar el primer borrador? ¿Se necesita ayuda con la construcción del personaje? ¿Necesitamos de unos “nuevos” ojos y queremos ver como el lector reacciona en escenas específicas?
Es importante entender que no se tiene que compartir el texto completo. Se puede trabajar en capítulos que no funcionan, o en el diálogo de alguna escena. No debe esperarse una crítica de mas de 20 cuartillas a la vez.
2. No corregir
No se puede participar en un taller si no esta uno dispuesto a leer. Pero se tiene claro que vamos a leer cosas en las que no estamos de acuerdo o temas que no nos gustan. Recordemos que no participamos para juzgar o para convencer a los demás de lo que es correcto. Lo que queremos es hablar de lo que sentimos al leer un texto. Es
importante enfocar nuestros comentarios, escritos o hablados, en nuestra respuestas individuales. ¿Qué sentimos en esta escena? ¿El ritmo es muy lento o muy rápido? ¿Tiene sentido lo que dice con lo que hace el personaje principal? ¿No podíamos dejar de leer de un capitulo a otro? ¿Nos saltamos algunas descripciones porque eran muy largas? En ningún momento se debe de comentar cómo arreglar el texto. Nuestro trabajo es reflexionar sobre lo que experimentamos cuando leemos. De esta forma el autor tendrá una mejor guía para saber si logro su objetivo.