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Hablar para la paz.

La guerrilla de Colombia después de décadas de lucha no iba a ningún lado. El gobierno cuya opción era elevar la represión y la guerra tampoco iba a ningún lado. Ambos rumbos solamente llevaban a más destrucción.

La oleada de terrorismo palestino no va a ningún lado, la sociedad israelí no se volteará contra su gobierno por más acuchillados, misiles, o bombazos que produzca. La ocupación de territorios palestinos ya no va a ningún lado, solamente produce sufrimiento, resentimiento y la justificación que los fanáticos buscan para incitar a la violencia.

Lo mismo sucedió en Irlanda y el país Vasco, que vivían violencia insensata.

La historia del terror y la guerra en contra de la dominación es muy vieja, y en muy pocos casos ha logrado frutos al deponer al gobierno o el sistema dominante. Es así que, aunque descalifiquemos al terror justamente porque golpea a gente inocente, no podemos negar que es una opción disponible para ciertos grupos.

¿Acaso los terroristas pueden componer el camino y abrazar la política? Sí. ¿Elimina esto el resentimiento por los daños causados? No. El problema es que esto tiene aristas sensibles.

Una cosa es la reacción de las víctimas directas, como, por ejemplo, los parientes de los asesinados por la ETA; otra cosa es la acción del gobierno cuya función es asegurar la paz. La memoria y el dolor de uno no es la del otro. En ocasiones no se trata ni siquiera del gobierno que no protegió a las víctimas del terror, pero debe asegurar la paz.

Esta reflexión se deriva de los ataques desde la ultra derecha que sufrió un rabino que yo califico como progresista, porque propuso incluir en el itinerario de un grupo inter religioso que visitaría Israel, una visita a la tumba de Arafat en Ramalah.

Un argumento de la ultra derecha es que tal visita alabaría y legitimaría el terror, cosa que es tan falsa, como sugerir que estaría haciendo una apología del terror alguien que visita la tumba de Menajem Begin, que fue terrorista en la lucha contra los ingleses por la creación del Estado de Israel.

¿Con quién estaría usted dispuesto a hablar con tal de lograr la paz? Un amigo me responde: ¡Con quién sea! y tiene toda la razón

A veces una coyuntura afortunada impulsa a que “los enemigos” se sienten a hablar. Largo fue el proceso para que el gobierno colombiano se sentara con las FARC para negociar la paz, y todavía existen extremistas que vociferan en contra del acuerdo, pensando que así dañan al político que fue capaz de lograr un entendimiento. Exigen un castigo contra los guerrilleros por el daño causado. Aunque puede ser un concepto correcto desde el punto de vista inflexible del derecho, es una traba para la paz. La guerrilla surge para generar un sistema más justo, aunque en el camino hayan generado una violencia sin sentido contra gente que no sostenía al sistema contra el que luchaban. España entendió que llegó un punto para desactivar la violencia enfermiza de la ETA, aunque no todos los asesinos estaban en la cárcel y un gobierno ya había caído por recurrir al terrorismo de Estado. De alguna manera los terroristas enloquecen.

A veces la coyuntura propicia que los actores se distancien creándose puntos difíciles para las posibilidades de la paz, porque normalmente involucra a factores extremistas cuyo radicalismo está armado para conseguir seguidores y no perder espacios y la paz les estorba. En parte por eso dicen que la extrema izquierda y la extrema derecha se juntan.

En los enfrentamientos políticos no participa la gran mayoría de la gente. Al contrario, casi todas las víctimas son personas vulnerables que les tocó la desgracia de estar en el lugar escogido para el bombazo por el terrorista. Y claro, mientras más daño hace, cree que el atentado fue más exitoso.

Para lograr la paz se tiene que tender puentes y abrir puertas, y mientras más mejor. Y se requiere que ambas partes dejen de lado los reclamos del pasado, por doloroso que sea.

He escuchado que hay que aventar a todos los judíos al mar; que no existe Palestina porque no hay evidencia histórica, ambas falacias atentan contra la paz.

Si se fueran a corregir los espacios geográficos para eliminar invasiones y apropiaciones de territorio, tendríamos que empezar a generar un atlas del nuevo mundo. El problema consiste en escoger el punto de partida y la fuente que nos diga dónde empezaron las cosas. De llegar a ese extremo, es importante prepararnos contra los fundamentalistas que pelearan por imponer su documento inicial porque ellos son los dueños de la verdad, y de esa manera empezó el problema.

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