Raúl Arroyo planteó la interrogante sobre el gran interés que despierta en México la elección presidencial en Estados Unidos. ¿Será que las redes sociales le están dando la voz a la sociedad y por primera vez escuchamos de una manera tan clara, opiniones que suponíamos no estaban ahí, o en verdad esta elección implica un momento de quiebre en la relación binacional? Pueden ser ambas y otros factores.
El muy escaso universo de mis “amigos” de Facebook –que difícilmente refleja a la realidad- me muestra un preocupante corrimiento hacia la derecha. Leo muchas opiniones coincidentes con Donald Trump, que erróneamente muchos suponen están restringidas a un segmento de la sociedad estadounidense denominada “white trash” que corresponde a gente poco escolarizada, de bajos ingresos y que mora en ciertos Estados. Hay un corte socio-económico muy amplio en Estados Unidos que aplaude al racismo, la xenofobia y la misoginia del candidato de derecha. En una cena escuche a un abogado egresado de Harvard repetir los argumentos de Trump e inclusive elevarlos usando el lenguaje de las leyes de Nuremberg. Alguien en la mesa le dijo que hablaba como nazi.
En Facebook le mencioné a un grupo de judíos que simpatizan con Trump que los judíos italianos eran fascistas porque era un movimiento nacionalista, cuándo se dieron cuenta de los componentes racistas y judeofobos del movimiento era muy tarde, muchos se encontraron en los trenes rumbo a los campos de exterminio.
Las llamadas de atención sobre los racistas no deben tomarse a la ligera. Los Hitler del mundo no deben tener oportunidades. El mundo debe reaccionar con fuerza frente al Hitler filipino, que ya está exterminando a parte de su sociedad.
Es interesante el aplauso de muchos mexicanos al candidato que aboga por maltratar a los migrantes, o sea potencialmente a ellos mismos o a alguien que conocen en Estados Unidos. Todos en México tienen un pariente en Estados Unidos, algunos documentados y otros sin documentos y hay familias con ambos. A todos nos golpea el maltrato.
Trump subió a la campaña el tema de la migración que no es prioritario para el votante promedio, lo hizo para despertar y animar el odio contra los otros. Ya no hay comunismo, pero hay migrantes y hay que despertar el odio contra ellos.
La campaña de Trump es de muchas ocurrencias, algunas irrealizables, pero eso es cosa de campaña. Campaña electoral sin demagogia no es campaña.
Los mexicanos creen que habrá muro, que se quitará el TLC y hasta el Gobernador de El Banco de México se suma al pánico diciendo que la llegada de Trump equivale a un huracán 5.
Supuestamente Peña se ha disculpado con Obama por la metida de pata de invitar a Trump y no encuentra como congraciarse con Hillary. Se dieron cuenta que nunca como antes se metieron en la elección de Estados Unidos y si hay reciprocidad, Estados Unidos hará lo propio en 2018. Aunque de por sí lo hace, ahora le han dado carta blanca.
A Estados Unidos le conviene un gobierno debilitado, apanicado le sirve mucho más, porque se paralizará, lo que facilitará imponer decisiones.
Ningún presidente es absolutamente omnipotente. Todos tienen factores de equilibrio. Trátese de elementos institucionales en las democracias, o factores de poder hasta en las dictaduras. Ni Trump ni Hillary podrán manipular las cosas como les venga en gana. Ahí está el ejército que no le permitió a Obama salirse de las guerras y de Guantánamo. Ahí están factores nacionales e institucionales, como el poder de la autoridad migratoria, que facilitaron que Obama fuera el mayor deportador de la era moderna, no obstante que prometió que lograría una reforma migratoria.
Con Hillary y con Trump continuará la deportación, producto del poder del Departamento de Seguridad Doméstica y la agencia migratoria, que están convencidos que hay que deportar a los criminales –entrar indocumentado es un crimen-; muchos mexicanos cuando regresan se encuentran a la merced del crimen y en circunstancias adversas porque se fueron jóvenes, no tienen redes de apoyo y muchos ni siquiera saben bien español. El gobierno de México solamente los recibe y no les prepara nada para absorberlos.
El muro entre ambos países se refuerza cada día más y no se ve en el horizonte que vaya a desaparecer.
Los factores económicos no permitirán que desaparezca el Tratado de Libre Comercio y se depurará para beneficiar a Estados Unidos, para eso sirve el pánico del gobierno mexicano más entreguista de la historia.
Nos interesa la elección sin saber bien por qué nos afecta, el interés mostrado ha logrado desenmascarar las posturas ideológicas que se ocultan en la política interna, y ha decantado los terrenos ideológicos nacionales. Esto se reflejará claramente en el 2018.