Nunca antes México ha tenido una amenaza tan real proveniente de una nación extranjera en una situación ajena a la guerra. México ahora tiene ante sí diferentes opciones de comportamiento respecto a la actitud de Trump en nuestra relación comercial con los Estados Unidos. Sin embargo, no se ve a nuestro gobierno preparado para ello.
La propuesta de Trump es la de renegociar el TLCAN (NAFTA por sus siglas en inglés), para obtener provecho para su país, es decir, pretende quitar las ventajas que México tiene como resultado de la negociación inicial del tratado. A Trump le tiene sin cuidado que Estados Unidos, en la negociación original, sacó múltiples provechos en un toma y daca que hubo con México y Canadá, en donde hay cesiones y concesiones de las partes para llegar al mejor equilibrio posible.
Hay que tomar en consideración que Trump lo que pretende hacer es regresar al proteccionismo, es decir, empezar a gravar las importaciones de productos mexicanos, que ingresan a Estados Unidos,
Debemos de considerar que la regla general del NAFTA para darle beneficio de libre de impuestos a un producto importado por otro miembro del Tratado, es que el mismo se haya producido en el territorio del mismo. Para determinar esto, es necesario probar que el producto tuvo un procesamiento suficiente para que su clasificación arancelaria cambie de la que tuvieron los componentes que lo integran.
Con esta regla, podemos tener un producto mexicano con la mayoría de sus componentes provenientes de los Estados Unidos y se han creado millones de empleos en Estados Unidos debido a los bienes producidos en México.
Quiero ilustrar con lo anterior, que acabar con el tratado no es tan simple como lo infiere Trump. Al afectar las importaciones mexicanas se impactaría grandemente a los productos estadounidenses con los que se elaboran los mexicanos.
Nuestra relación comercial con los Estados Unidos y Canadá tiene una simbiosis que Trump ni se imagina. Para los efectos de mi hipótesis, supongamos que México simplemente se rehusare a abrir la renegociación del Tratado, el efecto sería que Trump invocaría la cláusula de salida del Tatado. Si esto sucediere, primeramente veríamos una reacción de salida de las empresas estadounidenses que estaban a punto de mudarse de regreso hacia los Estados Unidos, claro, con una fuerte reacción propagandística de Trump en el sentido de que ya ganó su postura.
Pero también habrían fuertes repercusiones en Estados Unidos, en la industria automotriz, en la de productos de salud, electrodomésticos, línea blanca y en la electrónica, cuyos efectos serían el incremento de precios por los impuestos de importación a los productos mexicanos, y la pérdida de empleos de empresas estadounidenses proveedoras de esos productos.
Habría un impacto negativo para Estados Unidos si México opta por gravar sus importaciones, como represalia a la política comercial de Trump. Además, México podría sustituir sus insumos por los de China, Europa o los producidos en México.
Si Estados Unidos aplica la misma política con China, como lo ha manifestado Trump, el efecto en última instancia, podría ser el aislacionismo de Estados Unidos frente al resto del mundo, inclusive el que sea expulsado de la Organización Mundial de Comercio, generando efectos devastadores para su economía.
Así, Estados Unidos perdería competitividad, empezarían con altos niveles de inflación, no tendrían mano de obra para producir, ya que su población se ha salido de la economía industrial para entrar a la economía de servicios, más aún con la falta de los migrantes expulsados.
Todo podría llevar a Trump a perder su Congreso en dos años y, en el mejor de los casos, la oportunidad de reelegirse en cuatro años, si no es que fuere sujeto a juicio político para ser expulsado de su cargo.
Lo que no entiende nuestro gobierno, es que el principal perjudicado de renegar al NAFTA es el pueblo de Estados Unidos. Ante esta disyuntiva, creo que la mejor política para México es jugarle a Trump su bluff, y negarse a negociar el Tratado.
En el momento en que abramos el TLCAN para su renegociación estaremos en una situación débil y perdedora.
Aunque somos infinitamente más débiles que los Estados Unidos, creo firmemente que la oportunidad que ahora tenemos es que México se ha convertido en una parte esencial de la economía de los Estados Unidos y es tiempo de que ellos así lo comprendan para valorar nuestra participación estratégica en la grandeza económica de Estados Unidos y de Norteamérica que es una gran región integrada por México, Estados Unidos y Canadá.
El reto es difícil, pero la disyuntiva de hincarnos ante la Unión Americana puede ser catastrófica para nuestro país, porque perderíamos la oportunidad histórica de tener esa ventaja, que por desgracia nuestros gobernantes miopes e irresponsables no visualizan.