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El Mal Humor del Pueblo

Cada vez es más frecuente que los políticos de todo el mundo, los comentaristas, los encuestadores, los gurús de la ciencia política y demás “expertos”, queden sorprendidos de los resultados de las elecciones, de los referéndums y plebiscitos. Las decisiones populares en apariencia son ilógicas y realmente inesperadas, así tenemos el BREXIT, la elección de Trump, la negativa al plan de paz en Colombia y el más reciente NO a la reconfiguración de Estado en Italia.

Lo que esto refleja es el claro descontento y mal humor del pueblo al establisment. Hasta Peña Nieto lo ha podido captar.

Por más que las propuestas sean lógicas y estructuradas, por el simple hecho que provengan de algún político o partido tradicional, por ese solo hecho se le descalifica, sin necesariamente tener una razón válida para ello, únicamente se desecha por la desconfianza de quien hace la propuesta o la contrapropuesta. Si ella deriva de un político o institución tradicional, simplemente se le desecha o se vota en contra.

Es más que claro que existen múltiples razones para que esto esté sucediendo. Lo que sí es imperativo resolver, es ese descontento social, porque el descuidarse, nos puede llevar a situaciones caóticas y generar males mayores a los que el pueblo mismo se está enfrentando con los políticos tradicionales.

El grado de tolerancia del pueblo es casi inexistente. Debemos entender los políticos que es indispensable cambiar lo antes posible los paradigmas de gobierno. No podemos continuar gobernando con la inercia que se ha generado en el desarrollo de las políticas públicas tradicionales. Los políticos debemos de

comprender que eso no puede continuar, ya que si esto no cambia, puede haber consecuencias gravísimas para la gobernabilidad mundial, y nuestro país es uno de los más expuestos a las reacciones del pueblo.

El año entrante vendrán las elecciones del Estado de México, el más poblado del país, en donde no ha habido alternancia política desde la revolución, y un año después de dichas elecciones, vendrán la renovación del Congreso y los Ayuntamientos de Chihuahua, Veracruz y Puebla, y la del Poder Ejecutivo Federal y el Congreso de la Unión.

El desencanto y desesperación de los ciudadanos por la forma de hacer política de forma tradicional, puede darnos la sorpresa de que entren gobiernos radicales y mesiánicos, que despierten la curiosidad del pueblo, que está ávido de experimentar nuevas formas de gobierno, sin importar que estas sean autoritarias o antidemocráticas.

Los nuevos gobiernos estatales pueden perder sus mayorías en sus congresos locales y en sus gobiernos municipales, si no se perciben por el pueblo auténticos cambios de paradigmas, en donde la ciudadanía tenga una participación más activa, en donde se compartan los presupuestos, realmente se persiga a la corrupción, en donde haya generación de políticas públicas realmente innovadoras, y se realicen cambios a fondo en la forma de conducir a los gobiernos.

En Chihuahua, estamos en el mejor momento para actuar de fondo, de frente a la ciudadanía, junto con ella, para el diseño de los cambios que se tienen que realizar. Debemos de tomar la iniciativa de explorar nuevas formas de gobernar junto con el ciudadano. Con ello evitaremos las tentaciones de las soluciones radicales del “haber que pasa”, del “no nos puede ir peor de como estamos”.

El no tomar gobierno y ciudadanos el reto de trabajar unidos, nos puede conducir a esas tierras inexploradas, en donde el fascismo, el populismo y el totalitarismo de derecha o de izquierda pueden germinar en la tierra fértil de la inconformidad.

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