top of page

No hemos visto el futuro, pero vimos la bodega

No hemos visto el futuro. Poco hemos oído sobre el futuro, porque el tono de las campañas se concentró en el pasado – personal o político – de la generación de funcionarios que presuntamente acompañó a Javier Duarte de Ochoa en el saqueo de las finanzas veracruzanas, y en el patrimonio presuntamente mal habido de Miguel Ángel Yunes Linares. El lodo ensució muchas manos...

Pero ganó las elecciones la promesa de no ofrecer ni perdón ni olvido a quienes robaron fondos públicos, y pocos pensaron qué había que hacer, ni cómo ni cuándo, en términos políticos. Quién sabe si ahora. La cosa es que el pasado sigue dominando la atención pública.

El presente, si lo hay, ofrece un dato concreto: la alternativa que tiene Veracruz es restructurar su deuda, unos ochenta y siete mil millones de pesos, según las cuentas que entregó Antonio Gómez Pelegrín (secretario de Finanzas de Javier Duarte y del suplente Flavino Ríos Alvarado). Y los seis mil millones que pidió de entrada el nuevo gobierno para pagar sueldos y aguinaldos y otras cosas.

El discurso oficial asegura que la deuda renegociada a treinta años pagará menos intereses (otra vez, qué ganas de saber cuánto...), aunque resulta difícil pensar que los bancos van a reducir sus ganancias: todos sabemos que deber cuesta casi siempre caro.

Se han cruzado señalamientos y acusaciones entre el gobierno, que asegura que la refinanciación de la deuda es sumamente importante para Veracruz, y quienes sostienen que a fin de cuentas los veracruzanos van a terminar pagando más. Sería bueno que gobierno y críticos explicaran tan complicada operación con palitos y canicas...

Pero además de la deuda están los otros pendientes: sueldos, pagos de ahora (aunque haya sido solamente a alcaldes panistas), obra pública, servicios, cosas así.

Y está lo demás, que sigue representando un presente tan temible como irremediable: la violencia (que afecta a todos aunque sea de otros), el desempleo reciente, el triste estado de la infrestructura, la corrupción y las investigaciones pendientes a varios funcionarios de los últimos doce años.

Pero no es difícil distraer la atención pública.

Alí Javier

Así llegamos a la bodega de los Duarte Macías. Descubierto por casualidad, al parecer por una denuncia anónima sobre un presunto secuestro, el edificio y lo que guarda ya no tienen secretos para nadie. El gobernador (¿por qué el gobernador en un asunto de la autónoma Fiscalía?) y el fiscal anunciaron a los medios y al mundo que habían encontrado parte del tesoro de Javier Duarte.

Mostraron imágenes de balones de futbol, lanchitas con el nombre de uno de los hijos del ex gobernador, plumas elegantes, vajillas, cosas que la gente que puede le regala a quienes mandan, pinturas (o fotos) que muestran el tamaño de la soberbia de la pareja que – casi – gobernó Veracruz sin que nadie pudiera evitarlo. Pero aunque era mucho no era un tesoro. Eran cosas caras pero sin valor.

Todos vimos los cuadernos de la señora, llenos de datos comprometedores y monólogos interiores, y algo se nos estrujó al asomarnos a los rincones oscuros de la ambición y el egoísmo. A muchos nos dio risa ver el mantra sobre la abundancia, que repetido mil veces funcionó, aunque no haya sido durante mucho tiempo porque escribió lo mismo nada más veintitrés veces, que no alcanza para tanto. Aunque nadie la ha acusado a ella – todavía – de nada.

Otros – sobre todo los que saben destas cosas – pensaron en el lado legal del espectáculo. Miguel Carbonell, doctor (él sí) en Derecho por la Universidad Complutense, advirtió que lo que vimos puede terminar siendo un circo si lo que hicieron las autoridades con la bodega y su contenido no cumplió con la letra de la ley.

Tiene razón. No sería la primera vez que la Procuraduría (o Fiscalía, como se llama ahora, lo mismo con nombre diferente) integra mal una averiguación o no sigue los protocolos del debido proceso ni ofrece las pruebas que permitan a los jueces juzgar con la razón y la fuerza del Derecho.

En Xalapa, donde ofreció una conferencia sobre derechos humanos en los juicios orales, el doctor Carbonell explicó a elcalorpolitico.com los motivos de su advertencia en el caso de la bodega (de Alí Javier, como me dijo sin duda en son de broma un amigo suizo):

"Espero que haya habido una orden judicial de cateo y que en la orden se haya señalado con puntualidad cuáles eran los bienes que se estaban buscando. Si estos procedimientos no se instruyen conforme a Derecho con posterioridad se podrían afectar las acusaciones y a través de amparos quedarían sin fundamento".

Lo que tiene que hacer el gobierno de Veracruz es estudiar con atención el aspecto jurídico y "buscar justicia, no venganza, que es diferente", explicó Carbonell. "No se trata de castigar por castigar, hay que castigar conforme a la ley y conforme a Derecho".

De eso se trata. Y de los palitos y las canicas para explicar lo de la deuda. Cuánto se debe exactamente (los bancos deben tener la cifra exacta), cuánto se paga ahora, cuánto se va a pagar si se restructura la deuda, y en cuánto va a salir la cosa. Para empezar a pensar en el futuro.

bottom of page