Buena parte de la atención sobre el entorno económico recae ahora en las pautas de la renegociación del tratado comercial con Estados Unidos. No hay claridad, cuando menos en el ámbito público, acerca de lo que el nuevo gobierno de ese país va a proponer como eje de esa negociación y, mucho menos, de los pormenores que habrá que considerar en las distintas actividades involucradas. Los detalles serán clave en el planteamiento y resultado de la negociación que se abrirá próximamente.
El gobierno mexicano ha indicado lo que en principio no está dispuesto a discutir, por ejemplo la imposición de nuevos o mayores aranceles. Ha expresado que recaerá, en caso de controversias al respecto, en el marco de los principios de la Organización Mundial de Comercio. Ese entorno institucional puede quedar también en disputa y abrir así otro espacio de conflicto, incluso más general.
Los meses que faltan para el inicio del proceso formal de renegociación deben servir para enfocar los puntos más contenciosos y fijar las posturas para impulsar la actividad económica interna.
Lo que ha ocurrido hasta ahora desde la elección de Donald Trump y el inicio de su gobierno ha incidido ya en el flujo de las inversiones directas y financieras. Las medidas migratorias, que aún no se aplican de modo completo, también han alterado el movimiento de personas y remesas.
Aún falta tiempo para que se expresen los cambios propuestos en las corrientes de comercio, inversión y demográficos, lo que contribuye a crear un entorno de incertidumbre.
Ha habido además efectos significativos en las variables financieras: el tipo de cambio se ha depreciado, las tasas de interés han aumentado y la inflación toma vuelo.
La economía sigue funcionando. Se repite la idea de que será el mercado interno el que producirá una nueva dinámica de expansión de la economía nacional. Puede ser. Pero no ocurrirá por generación espontánea.
Hay siempre una tendencia en el discurso de los analistas económicos y de la misma política pública a moverse en el terreno de los datos agregados, de la macroeconomía. En este campo la expectativa de crecimiento del producto para este año se ha ido reduciendo y está muy por debajo incluso del bajo ritmo de expansión promedio registrado en este gobierno.
Me parece que habría que considerar de modo más explícito, más ordenado y más preciso el asunto de la diversidad de las actividades productivas, de las ocupaciones de las personas y del financiamiento.
Hay que ir afinando más la capacidad de ver de modo microeconómico y establecer a partir de ese tipo de observación las formas más convenientes para ampliar las posibilidades de producción de los agentes individuales en el mercado.
Este esfuerzo requiere cambios en las costumbres más arraigadas de gestión del gobierno, los bancos públicos y privados y el mismo Congreso y los jueces. Además exige alejarse del intervencionismo activo, que en muchas ocasiones provoca lo mismo que se quiere prevenir, es decir, grandes ineficiencias y desperdicios de recursos y energía social. Eso seguirá ocurriendo en la medida en que los beneficiarios de las políticas sigan siendo cautivos de organizaciones y partidos.
En México la economía llamada informal ocupa un espacio muy grande en el mercado y las personas, los hogares, millones de ellos, que la componen hacen actividades de modo cotidiano que están engarzadas con los canales generales de abastecimiento, intercambio y financiamiento.
Es por ello que, por ejemplo, los medios de pago constituyen un aspecto tan relevante en la capacidad de acción de los agentes económicos en el mercado. Es por eso también que el crédito es una elemento clave para ampliar el entorno de la actividad de los pequeños productores. Primero para mantener la capacidad de trabajo productivo y luego para ampliar la capacidad para acumular algún capital.
Los temas de eficiencia que se asocian con los componentes a escala microeconómica tienen que adaptarse a las muy distintas escalas de producción y gestión de recursos que hay a lo largo de la economía.
Los agentes económicos, desde los más pequeños y simples hasta los que tienen mayor tamaño, requieren modos más eficientes para desempeñarse en el mercado.
La cantidad de trabajo que se realiza de modo cotidiano en esta sociedad es enorme y la ineficaz organización de la economía no puede ser una fuga de esa energía. Esa población debe contar con los medios apara gestionar recursos propios y salirse de las pautas clientelares de dispersión de los recursos públicos.