En esta entrega voy a escribir de algo que, por desgracia, se ha convertido en tabú, a pesar de que la inmensa mayoría de la población está en contra de ello. El tema es el aborto.
Nuestra Constitución General de la República establece en su artículo 1º el reconocimiento de los derechos humanos consagrados en los tratados internacionales, otorgando garantías para su protección. El mismo artículo, constitucional se basa la determinación de que los tratados internacionales están en el mismo rango que la Constitución, conforme lo ha dispuesto la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Ahora bien, existe controversia de si existe en una mujer el derecho de abortar el producto de la gestación, conforme a los tratados internacionales que protegen derechos humanos. La conclusión al respecto, es que no hay tratado alguno que establezca este supuesto derecho. Al contrario, hay innumerables disposiciones emanadas de los tratados que protegen el derecho a la vida, como el más esencial derecho humano.
Ahora bien, respecto a este último derecho, hay suma controversia sobre cuándo empieza la vida en un ser humano, si la vida empieza en el momento de la concepción. Los estudios científicos han determinado que la vida empieza con la fusión del óvulo con el espermatozoide. La ciencia nos dice que una vez que el espermatozoide ingresa en el gameto femenino, los pronúcleos masculino y femenino entran en contacto estrecho y replican su ADN. Esa unión genera una nueva célula llamada cigoto. Hay quienes opinan que un cigoto no es un ser humano, pero debemos considerar que cuando el cigoto crece se transforma en embrión y cuando el embrión crece, se transforma en feto, y cuando el feto nace es un bebe. Si este desarrollo se interrumpe en cualquier etapa de su desarrollo un ser humano no llega a nacer, y por lo tanto, la vida se acaba.
La discusión del tema es amplia y apasionada, pero se reduce a si una mujer, en un supuesto ejercicio de libertad sobre lo que pasa en su cuerpo, tiene el derecho de dar por terminado su embarazo. Por el otro lado, se manifiesta que la vida es un derecho humano garantizado por la ley, que defiende la sociedad para su propia subsistencia y desarrollo, que no puede ser terminada por el deseo de una madre en ciernes ejerciendo ese supuesto derecho a “hacer lo que quiera con su cuerpo”.
Para justificar el aborto, hay amplias razones, si el embarazo se debe a un delito como el incesto o la violación, si es por motivos de salud de la madre, si se pone en peligro la subsistencia del núcleo familiar con un nuevo miembro, si deriva de relaciones extramaritales, si es de alto riesgo por la edad de la madre, si el feto viene defectuoso.
En fin, hay muchos pretextos, supuestamente racionales, para justificar el aborto. Pero lo que más se pone a discusión, es que la prohibición del aborto afecta la salud de la madre, porque acude a métodos clandestinos para terminar con su embarazo, y con un aborto practicado de una manera terapéutica, se salvan vidas.
En cuanto a estadísticas sobre el número de abortos cometidos en México, tenemos las de la Ciudad de México, en donde se aprobó la realización de abortos con recursos públicos, como una “medida de salud para proteger a las madres que lo deseen”. Tenemos que en dicha entidad se despenalizó el aborto en el año 2007, permitiéndose el mismo de una manera inducida hasta las doce semanas de embarazo.
Las cifras de abortos llevados a cabo en clínicas públicas en la Ciudad de México son grandes, de 2007 a 2016 se han llevado a cabo 170,703 abortos, sin contar los que se han llevado a cabo en clínicas privadas.
En efecto, las cifras son espeluznantes, sobre todo que no se han desarrollado políticas públicas para impedir que las mujeres aborten, a través de procedimientos de adopción que pueden salvar literalmente miles de vidas humanas o, si se quiere, miles de “unidades biológicas que devendrán en seres humanos”.
La postura de los que somos derecho-humanistas, es que la vida se debe de proteger desde la concepción, sea la misma un ser humano o no lo sea, pero lo que sí es, es que de ahí derivará un ser humano completo, y eso debe ser tutelado por el Estado, para la subsistencia de la especie y para beneficio de la sociedad.
Permitir esta interrupción atenta con la esencia misma de nuestra especie desde un punto de vista biológico, atenta contra un ser indefenso que no tiene culpa alguna más que la circunstancia de su madre. Nosotros, como seres humanos tenemos el deber ético, moral y solidario de proteger la vida en nuestra especie.