La pobreza se constituye como la fuente de todos los males, el faccionalismo brota como una de las patologías principales. Todos los pueblos han pasado por etapas de severas crisis económicas y sólo la unidad nacional, la mesura en la desigualdad social, el civismo y los valores, permiten salir airosos de los problemas.
El modelo económico neoliberal ha sido uno de los esquemas productivos a los que es más correlacional la generación de pobreza. El imponer la crematística y catalaxia a la política, han venido a destruir el Estado y las virtudes cívicas. El faccionalismo se constituye gracias a un fase de inopia extrema, su dinámica genera una complejidad que, vista desde las categorías sociológicas, obstaculiza el desarrollo, la democracia y la civilización. De ahí la importancia que tiene la formación del Estado y sus instituciones. En los países en desarrollo donde la pobreza se hace estructural, el faccionalismo termina por cubrir el orden económico, político y social.
Roderic Ai Camp expresaba, durante el agotamiento del partido hegemónico, que el problema de México era una cuestión de poder entre camarillas. Con todo y las enormes críticas que puedan hacerse al enfoque elitológico, sus estudios prosopográficos nos permiten entender el grado de institucionalización o fracaso que tiene el gobierno. Hay que decir, entonces, que con Carlos Salinas de Gortari no sólo se fue el Estado de la Revolución Mexicana sino, también, el conjunto institucional que, más o menos, había generado un orden respecto de la sucesión política en México. Lo que ha venido después constituye una guerra bárbara entre facciones por el poder. A esta bolsa deben introducirse las derechas e izquierdas que se han contaminado del ADN que la Familia Revolucionaria tenía.
Una de las facciones más poderosas que ha tenido el sistema político mexicano es el Grupo Atlacomulco; la muta más temible. En diferentes períodos sexenales se incrementó su poder así como su peculiar forma de organizar las cosas. La acumulación de capital económico y político, los llevó a enfrentar el salinismo y apoderarse del Partido Oficial así como –parcialmente- de la presidencia de la república durante el gobierno de Ernesto Zedillo. El Grupo Atlacomulco es el responsable del fracaso modernizador que el neoliberalismo pretendía.
De pronto, la figura de Carlos Salinas –el Mustafá Kemál Ataturk a decir de Samuel Huntington- perdió legitimidad y la corriente zedillista hubo de reafirmarse pactando con algunos políticos y grupos excluidos y enfrentados. Zedillo aceptó el apoyo del Grupo Atlacomulco que, para entonces, encabezaba las fuerzas del Revolucionario Institucional, enfrentando hasta el límite a Carlos Salinas. El sexenio zedillista promovió aun más el rompimiento de la familia revolucionaria y del grupo compacto, haciendo que en los tres bloques de poder se vieran entrelazados salinistas, cordobistas, hankistas, colosistas, etc., y usando a las facciones según el termidor de su sexenio. Por ejemplo, utilizando a los hankistas para someter a los salinistas, pero abandonándolos al iniciar la sucesión.
Ernesto Zedillo rompió todas y cada una de las reglas del pacto revolucionario: abdicó sus funciones, la sana distancia del partido, la feroz persecución a su antecesor, la evidente parcialidad a su camarilla cerrada, la falsa honestidad pregonada a los cuatro vientos, los pasos zigzagueantes; todo contribuyó al colapso. Sus débiles seguidores burocráticos se sintieron autorizados a hacer lo mismo. La "influencia moral" de Zedillo o, si se prefiere, una comprensible preocupación política, habría considerado los peligros de un PRI llegando a la elección del 2000. Las reyertas abiertas entre las corrientes del partido y de la Familia Revolucionaria, así como los discutibles antecedentes personales de corrupción en la función pública o de participación en trasfondos delictivos de los candidatos rompieron completamente la estabilidad del sistema político mexicano. El temor de Ernesto Zedillo para evitar la llegada del PRI, era que el resquebrajamiento del antiguo régimen propiciara, entre otras cosas, que las facciones, mafias y organizaciones criminales que formaron parte de la llamada "Familia Revolucionaria" cobraran autonomía y multiplicaran su poder. Más allá de la lucha política entre estas facciones, las evidencias indican que la Familia Revolucionaria trataba de convertir a México en un narcoestado, o en un "Estado mafioso", debido al complicado tejido entre el crimen organizado y los aparatos del poder.
La incapacidad o complicidad del PAN durante sus gobiernos presidenciales permitió el fortalecimiento del Grupo Atlacomulco y la recuperación política del PRI en el 2012. Ahora mismo, en el Estado de México se articula una alianza donde la ultraderecha mexicana está dispuesta a permitir que el Hogar Atlacomulco continúe siendo tricolor así como ratificar que un primo del Clan pueda acceder a la candidatura blanquiazul para la presidencia de la república. El fracaso de Acción Nacional en el Estado de México beneficiará indiscutiblemente a Rafael Moreno Valle.
Los acuerdos entre el Yunque y el Grupo Atlacomulco reflejan el futuro que le espera al país. El Estado de México constituye una de las entidades con mayor capacidad económica incluso desde la época colonial; sin embargo, es inexplicable que el dominio priista se haya prolongado durante tanto tiempo así como los terribles resultados en sus indicadores sociales y económicos. Enrique Peña Nieto fue uno de los peores gobernadores de su entidad y del país. Es el modelo que conviene a su camarilla y que se ha replicado donde otros colaboradores suyos han sido también gobernadores.
No es la primera vez que la corrupción sirve como cemento entre la ultraderecha y los grupos caciquiles del país. Su disfraz de liberales moderados, conservadores y tecnócratas sólo sirve para ocultar su pensamiento colonial donde imaginan el funcionamiento del país como si fuera una Hacienda. El Señorío Criollo sigue siendo la representación principal de su pensamiento político.
El radicalismo de esta jauría contra la justicia social y el igualitarismo es el verdadero obstáculo para la modernización de México. Cuando se coludieron para asesinar a Franciso I. Madero, su discurso antipopulista ganó la legitimación del gobierno norteamericano; pero, provocó una etapa de violencia que los negacionistas históricos se encargargan de ocultar.
El México presente no tiene unas cuantas hordas zapatistas y villistas como en los años concluyentes del porfiriato. Los grupos de la delincuencia así como las defensas comunitarias y guerrillas, se han multiplicado exponencialmente a causa de la pobreza. El país es un escenario de la novelas de Tom Clancy, cuya imaginación ha adquirido una validez significativa dado el éxito de los videojuegos que toman sus guiones.
¿El Yunque, Grupo Atlacomulco y Victoriano Huerta tendrán la capacidad de contener a los Carranza, Villa y Zapata que se aproximan en un contexto donde ya no cuentan con el apoyo de Estados Unidos?