El gobierno de Donald Trump emitió la semana pasada la orden ejecutiva llamada Promoviendo la independencia energética y el crecimiento económico. Ésta puede verse desde distintas perspectivas.
Una, por supuesto, es su relevancia en materia de políticas relativas al cambio climático. Otra tiene que ver con los criterios mismos de la gestión económica que sustentan las visiones libertarias que dicen guiar los principios del Partido Republicano o, cuando menos, una de sus facciones, por ejemplo, la que logró hace poco detener la reforma al sistema de salud.
La orden ejecutiva, señaló el presidente, eliminará la injerencia excesiva del gobierno federal y así comenzará una era nueva de producción y creación de empleos. De manera un tanto excesiva Trump declaró que mi acción este día es el paso más reciente para aumentar los empleos, acabando con ello el hurto de la prosperidad.
Con esto se refería a las acciones del Plan de Energía Limpia impulsado por Barack Obama. Según la revista Fortune, la cuestión va mucho más allá de las cuestiones asociadas con el carbón y los puestos de trabajo y tiene poco que ver con las medidas para alcanzar la independencia energética. Asocia esta media principalmente con la imposición del nuevo poder alcanzado por Trump y los republicanos en Washington. Tiene que ver también con los enormes intereses de diversos grupos económicos con el desarrollo de las fuentes de energía: convencionales y renovables.
Curiosamente, como afirma la misma fuente, si se acepta la visión de la orden de Trump podría significar aceptar que las medidas de control del cambio climático cambiarían a largo plazo. Representan una nueva forma de intervención del gobierno que el ala derecha del partido encontraría inaceptable.
La orden ejecutiva continúa las medidas del gobierno en materia energética y ambiental anunciadas a finales de enero, recién iniciada la presidencia. Se trata de la aceptación para construir el oleoducto Keystone, que va de Alberta, al oeste de Canadá, a las refinerías de Illinois y Texas, que rechazó el anterior gobierno en 2015. Esto replantea las políticas de uso de combustibles fósiles y abre el cambio en las regulaciones que detuvieron otros proyectos en ese sector. También se ha permitido otro proyecto de ducto en la zona de las Dakotas.
El asunto tiene que ver con el impacto de los oleoductos en la reducción del precio del petróleo y la expansión del consumo. Además, se estima que provocarán una elevación del calentamiento global. Las acciones del gobierno deben verse como consistentes con el replanteamiento general que ha hecho de las funciones y criterios de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) y el nombramiento como director del reconocido negacionista Scott Pruitt.
En cuanto a los principios libertarios sobre el diseño y la implementación de las política públicas, las medidas adoptadas por la administración de Trump violan un criterio esencial.
En un muy popular e influyente libro escrito por Henry Hazlitt, reconocido pensador libertario, publicado originalmente en 1946 y titulado Economía en una sola lección, se plantea de modo explícito que “la economía está poseída por más falacias que cualquier otro estudio conocido por el hombre. Esto no es un accidente(…) puesto que está sometido (…) a la insistencia de los intereses egoístas”. Añade Hazlitt que hay un segundo factor que provoca las falacias y es la “persistente tendencia(…) a ver sólo los efectos inmediatos de una determinada política, o bien su impacto únicamente sobre un grupo en especial, negando así cualquier consideración de los efectos de largo plazo de dicha política”.
Esta lección se aplica en este breve libro a 24 distintos casos de intervención del gobierno que, según el análisis propuesto, acrecientan su injerencia y previenen el correcto funcionamiento de las fuerzas del mercado. Es un manifiesto de una concepción económica que se expuso en las obras de economistas como Hayek y Friedman, que mantiene una fuerte influencia en la gestión de las políticas públicas.
La lección de Hazlitt indica que las medidas que está imponiendo Trump sucumben a la persistencia y el poder, así como de los intereses egoístas o especiales. Abrir la minas de carbón traerá, según los propios mineros, pocos nuevos empleos, y la construcción de oleoductos provocará efectos sobre las medidas asociadas con el control del calentamiento global y el medio ambiente. No hay medidas de compensación claramente definidas para las empresas que incidan negativamente en el medio ambiente.
Ideológicamente, además, las medidas del presidente, que según ha dicho es una gran acción ambientalista, que cree en ello, añade que la cuestión se ha salido de control (The New York Times, 24/I2017), alimenta el escepticismo sobre el conocimiento científico, que se extiende más allá del ámbito del debate y la administración del medio ambiente.