top of page

Culpable de todo y más

Por fin, Javier Duarte está detenido. Lo vimos esposado y expuesto a las cámaras, y desde el sábado hemos leído o hemos oído las historias – reales o inventadas – de su vida de prófugo. Nos han dicho que su arresto es un cuento, y nos han dicho que fue un triunfo del gobierno federal.

También nos han dicho que en verdad él se entregó al gobierno federal para distraer la atención pública de asuntos sumamente serios, y nos han dicho que servirá como muestra de que el gobierno combate la corrupción y detiene (aunque no por mucho tiempo) a los corruptos.

Otros se ocuparán de acusar a Duarte y otros más tendrán la tarea de defenderlo ante juez competente. Unos documentarán cada cosa nueva de este caso, y muchos opinarán (de manera informada y de la otra) sobre lo que pasó y lo que pasará con el ex gobernador.

Pagará lo que haya hecho. Las autoridades federales lo acusan de enriquecimiento ilícito, de peculado, de incumplimiento del deber legal, de operaciones con recursos de procedencia ilícita (que es otra forma de decir lavado de dinero), y de delincuencia organizada.

El gobierno de Veracruz pidió que además se incluyan cargos por abuso de autoridad, tráfico de influencias y coalición en agravio del servicio público, más lo que se acumule en el resto de esta historia, porque – en opinón de muchos – pocas veces una sola persona (aunque más bien fue un grupo numeroso) había causado tanto daño a tantos, de palabra, obra y omisión.

Hay quien asegura que todo es una vaina acordada, y que Duarte saldrá libre después de pasar un tiempo en la cárcel, y podrá disfrutar de lo que le quede. Nadie sabe. Por lo pronto nadie sabe. Tal vez haya alguien interesado en que no se sepa mucho de lo que pasó en el sexenio trunco.

El lector – muchas veces votante – se informará en la medida que quiera y pueda o se limitará a confirmar que otros piensan igual en las redes sociales, donde ya procesaron a Duarte y lo encontraron culpable de todo y más.

Pero la responsabilidad de Duarte no se limita al robo de recursos públicos. Miles de personas murieron o desaparecieron durante los cinco años y pico que el aprendiz de político hizo y deshizo sin saber. Habrá quien diga que todas esas muertes y desapariciones no se le pueden imputar de manera directa, y habrá quienes expliquen que un gobernador no puede garantizar la seguridad de cada uno de sus gobernados...

Si uno se atiene a testimonios de personas que conversaron con el ex gobernador, al hombre no le interesaba quién vivía y quién desaparecía para morir cuando él mandaba. Pero uno piensa que cualquiera se preocuparía si bajo su administración y ante sus ojos desaparecieran miles y asesinaran a miles. Javier Duarte y quienes lo ayudaron durante su rápida y fugaz carrera política tienen que rendir cuentas de lo que se hizo y lo que se dejó de hacer en materia de seguridad pública, más allá de los discursos.

Los muertos y los desaparecidos son responsabilidad de quien tiene el poder, antes y ahora. Y alguien – en este caso Javier Duarte – tiene que responder por ellos, porque no es poca cosa.

Otras víctimas

Además de quienes murieron asesinados, de las familias que los sobreviven, de quienes desaparecieron, de las familias que siguen esperando, de las víctimas de la violencia, de quienes perderán lo que tenían después de cotizar durante toda una vida, de quienes perdieron lo que tenían por confiar en el gobierno, quedan Emilio, Javier y Carolina Duarte Macías, quienes crecerán oyendo que su padre fue un ladrón y muchas otras cosas que por ahora no pueden ni deben saber...

bottom of page