Hace unas cuantas semanas, derivado de la muerte de Giovanni Sartori, se emplearon algunos de los argumentos teóricos del politólogo italiano para evidenciar el disminuido nivel de las ciencias sociales en el país. La tecnocracia mexicana ha insistido ad nauseam en la necesidad de contener el pensamiento crítico y la retórica intransigente de los grupos opositores y subalternos en México que se inconforman con el neoliberalismo y su corrupción rampante. No es la primera ocasión en que se ningunea el pensamiento crítico como una razón extraviada o herejía. El fundamentalismo religioso y económico constantemente agrede las ideas disidentes. Este argumento también es empleado para calificar a las universidades públicas como crisoles de comunistas, guerrilleros, homosexuales y drogadictos. Gabriel Zaid y el Intermarium Fascista se han encargado, sistemáticamente, de desvirtuar el sentido independiente de las instituciones públicas de educación superior. Chairo parece ser el concepto, creado desde las altas esferas, para quien cuestiona el dogma neoliberal.
Sartori, en las últimas etapas de su labor teórica, criticaba la forma exageradamente cuantitativa que había tomado la ciencia política. Las cifras parecían sesgar el entendimiento u oscurecer la información. En conjunto, ello hacía de la ciencia política un elefante con pies de barro destinado a morir (César Cansino). La posición que debe perdurar de Sartori, al respecto de este debate, es el intento por ultimar a la ciencia, en general, desde el poder. Es más valioso el Giovanni Sartori que critica la castración que la metodología ha hecho a la ciencia política así como el daño que las TICS producen en el raciocinio humano. Ahí está la imbecilidad tecnocrática que no entiende que no entiende.
Un elemento para reflexionar a Sartori y la Ciencia Política en México viene a ser el estudio de Andreas Schedler sobre la Guerra Mexicana Posmoderna. Finalmente, los indicadores que tanto exigen los tecnócratas han confirmado el escenario que tanto se encargaron de censurar. No sólo quedan a deber el “Manual del Ingenuo Neoliberal” para responder la descalificación que ha hecho de su gestión Donald Trump, sino que, insisten en su fundamentalismo económico para negar la situación del país.
México está en Guerra a decir del politólogo del CIDE que, finalmente, decidió ponerse serio y abandonar a los Gutierritos Electorales (Leo Zuckermann) que confunden la politicología con juguetear las cifras votantes. La reseña del libro, así como los comentarios de algunos de los editorialistas más importantes, no dejan lugar a dudas. Lo grave radica en la obcecación de la clase política por seguir negando la situación. Tal cual lo hacen los miembros de la delincuencia organizada. La oligarquía del país es quien más juega a esta especulación informativa. Empresarios y políticos se han encargado de cuestionar a las ciencias sociales con características críticas o hermenéuticas. Afirman, incluso, que la posibilidad de cuestionar radicalmente al régimen mexicano es indicativo de la salud democrática que guarda el país.
Que México está en Guerra se ha dicho de diversas formas hace bastante tiempo. Narcorepública, Estado Fallido, Gobierno al servicio del Mal, República Mafiosa, Estado Siciliano, Kiriarcado Caciquil, etc. ¿Son suficientes los indicadores de Andreas Schedler para la frivolidad de nuestros tecnócratas? Imposible de saber en un país donde al gobierno sólo lo distingue su capacidad de saqueo. Paradójicamente, las afirmaciones de los científicos sociales más técnicos valen un pepino para los mirreyes de la clase política. Más allá de ser censurados, los cuantitativistas sociales deben asimilar ahora a los Godinez, Gutierritos Electorales, suripantas y recomendados bajo los cuales tienen que realizar su trabajo. Ahí está, para empezar, el caso INEGI. ¿Siguen pesando más las medidas que las críticas en un escenario así?
La Guerra Mexicana es uno de los factores que explica la política xenofóbica de Donald Trump. Esta situación requiere de un mayor análisis por parte de la ciencia política nacional. Si México cuenta con la capacidad para autorregularse; quizá, el aislamiento es necesario. Empero, el conflicto civil de nuestro país se puede extender bien pronto a Norteamérica como lo consideró el prospectivista George Friedman. Una diferencia al respecto, el conflicto bélico entre México y Estados Unidos tiene como eje a los Cárteles de la Delincuencia que están en ambos países y son las verdaderas puntas de lanza que avanzan territorialmente en la Unión Americana. Un conflicto entre Estados Unidos y los Cárteles Mexicanos sería semejante a la Guerra de Secesión de 1863 donde podría emerger Mexamérica. México cuenta con, aproximadamente, 21 Cárteles del Narcotráfico a los que Estados Unidos surte de armas.
La Guerra Civil de México también puede ser atractiva para los enemigos de Estados Unidos. En la primera mitad del siglo XX, el Imperio Austrohúngaro y la Alemania Nazi no tuvieron el empeño suficiente para aprovechar la belicosidad de la Revolución Mexicana en detrimento de Estados Unidos; no obstante, la posición geográfica está ahí. Un país sin inteligencia política, económica, social y militar, constituye un flanco vulnerable para Estados Unidos. La situación de México, puede ser también una de las formas en que el gobierno Norcoreano podría derrotar a Norteamérica mediante una alianza con los narcotraficantes mexicanos. Más allá de la destrucción masiva del pueblo anglosajón, el uso de las drogas es también una forma de dominación eficiente. Quizá el Muro no solucione las cosas, ¿Cuántos “Operación Escudo”, al estilo Israel, tendría que desarrollar Norteamérica para defenderse de una vecindad así.
El estudio de Andreas Schedler deja entrever la necesidad de que México sea intervenido por la ONU-OTAN, es necesario frente a un escenario como el que se aproxima en 2018. La incapacidad manifiesta en el gobierno y las instituciones pueden llevar al país a una situación como la de ExYugoslavia. Una zona balcanizada que genere una emigración y violencia sin precedentes al último bastión de la declinante cultura occidental.
Hay mucho por hacer en la ciencia política mexicana. Lo primero quizá sea impostarle un elemento crítico comprometido, antes de que el método –como bien atinaba a pensar el último Sartori- la convierta en una disciplina de entretenimiento que ya ni siquiera es placentera al poder.
Schedler Andreas (2015) En la niebla de la guerra. Los ciudadanos ante la violencia criminal organizada. CIDE. México.