Sara Netaniahu, tal vez por falta de material para la plática, le dijo a Trump que debido a su visita habían pintado las paredes de su residencia, no obstante que no estaba previsto que el estadounidense llegara a la residencia del Primer ministro.
La política está llena de dichos, eventos y hechos innecesarios, como pintar una casa que no será escenario de encuentros políticos.
En México el gobierno nos ha acostumbrado a la escenografía política. Cuándo el presidente visita una ciudad de inmediato se remozan las calles por donde circulará, pero todo es cosmético. Y como dice una periodista del periódico israelí Haaretz, la pintura solamente cubre todo aquello que ahí queda, que en ocasiones es desagradable al ojo de la política y de la sociedad. La escenografía presidencial solamente disfraza las graves fallas estructurales que sufren los mexicanos.
En Ciudad Juárez violentando la separación entre iglesia y Estado, el gobierno construyó un altar para que el Papa oficiara misa al aire libre (que es ilegal), ahí está la construcción mientras que el mensaje papal se entierra en el olvido, tal vez porque no podía tener otro destino. Esa escenografía no incidió en los problemas de la ciudad y la frontera.
Hemos llegado a una etapa dónde lo importante parece ser lo que se dice, porque cubre como pintura lo que no se hace. Los políticos creen que basta con que se diga algo para que parezca adquirir vida propia. Barrales y Anaya declaran una alianza política sin consultar a las bases de sus partidos o a los grupos poderosos en los mismos, con la pretensión de que sea realidad. López Obrador condena a sus contrincantes al ostracismo pensando que se han terminado las opciones política y solo queda él. Ochoa el del PRI vocifera contra la corrupción, mientras cree que olvidamos la enorme liquidación que se llevó de la CFE ni explica cómo le hizo para conseguir una flotilla de 100 taxis, porque de ser cierto, las licencias no abundan y cuestan un pastón, como dicen los españoles.
Donald Trump sabe muy bien lo que vale la retórica, y mientras más incendiaria mejor, porque los tonos elevados lo hicieron presidente. El morbo me hizo seguir su visita al Medio Oriente de cerca, no solamente para confirmar su ignorancia, porque cuándo llegó a Israel desde Arabia Saudita, dijo que había estado en el Medio Oriente, ¿será que para él el folklore oriental es sinónimo de geografía? ¿Habrá corregido en privado su arenga anti musulmana? ¿110,000 + 350 millones de dólares sauditas para armamento + 100 millones de donativo para la causa de la hija Trump limpiaron el odio que según él le tienen los islamistas a Estados Unidos? Tal vez sea cierto, ya ven que poderoso caballero es Don Dinero, si no cómo explicar que los Saudís sean adalides de los derechos humanos y de la mujer en la ONU, mientras que en su país viven recluidas en normas arcaicas.
Peña Nieto contradice a la realidad cuando dice que el país marcha bien, la economía camina porque sus reformas funcionan, ¿creerá que sus palabras son suficientes para modelar a la realidad, o cree en el mito del lecho de Procusto?: Si la realidad no concuerda con mis dichos, que se joda la realidad, y si que se ha jodido la realidad en cuatro años de gobierno fallido.
El PAN dice que ganará las elecciones en el EDOMEX mientras que las encuestas entierran a su candidata en cuarto lugar, ¿acaso piensan que el dicho revertirá la evidencia?, aunque si lo hizo con la elección de Calderón, bueno, no solamente el dicho sino también el software de Hildebrando (el cuñado cómodo) y el acceso que le dio el gobierno al manejo de datos electorales.
Las palabras son muy importantes, las que se dicen y las que se dejan de decir. Las que se dicen pueden ensalzar, elogiar, injuriar, ofender, la injuria al otro puede satisfacer a los seguidores, de lo que está convencido el presidente del PRI que un día tira una piedra y el otro también.
Algunos silencios son agresivos, cómo los que guarda el presidente Peña frente a las desgracias provocadas por su gobierno, o como los de la Comisión Nacional de Derechos Humanos que son cómplices. Otros silencios son prudentes, respetuosos
En el fondo, esas palabras que leemos a veces con sorpresa, alejan al gobierno de la sociedad; así se enmarcan igual la pintura de Netaniahu, la retórica de Trump, la escenografía de Peña.