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Fin de sistema/régimen/Estado priísta; reto: nueva república

Aunque a muchos le parezca muy pomposo hablar de la refundación de la república, cuando menos un dato revela que el sistema/régimen/Estado que fundó el PRI es inoperante: el PRI podría ganar las elecciones presidenciales con el 30% de los votos o perderla pero seguir dominando la estructura de toma de decisiones como primera fuerza legislativa.

De ahí que el debate sobre la segunda vuelta sea más distractor que reorganizador del poder político. Lo malo, en todo caso, es que el PAN en la presidencia de la república, el PRD en el gobierno de la Ciudad de México desde 1997, el PRI sin mayoría absoluta legislativa desde 1997 y el PRI con apenas la mitad de gobernadores siga definiendo la vida política en función del sistema/régimen/Estado del PRI porque toda la oposición --PAN, PRD y Morena-- se transforma en priísta cuando llega a posiciones ejecutivas.

Las reformas al sistema/régimen/Estado implican la reconstrucción de la estructura del poder político:

1.- Elecciones primarias para cargos de gobernador y presidente de la república, a fin de terminar con la oligarquización de los partidos.

2.- Mayores restricciones a partidos chicos de tal manera que sus coaliciones se hagan a partir de votos por ellos y obligarlos a trabajar sus militancias.

3.- Reducción de 200 diputados, dejando 200 distritales y 100 plurinominales pero exclusivos para partidos con votaciones menores a 10%.

4.- Desaparición del INE como estructura política para elecciones, a fin de expulsar de su seno a los partidos. La nueva autoridad electoral debiera ser ajena a partidos y su configuración tampoco debiera pasar por Congreso para evitar las cuotas de poder partidistas.

5.- Llevar la fortaleza presidencial a coaliciones legislativas sobre agendas precisas, construyendo lo que ya había propuesto Manlio Fabio Beltrones de un jefe de gabinete salido de la mayoría legislativa. La división del poder ejecutivo entre jefe de Estado y jefe de gobierno obligaría a un control del absolutismo presidencial.

6.- Disminución del 50% de dinero a prerrogativas a partidos para abaratar la democracia y terminar con la política como negocio. Ello llevaría el regreso de la política a nivel territorial.

7.- Y terminar con el absolutismo presidencial sexenal con periodos presidenciales de cuatro años con un periodo de reelección que serviría como mecanismo similar a la revocación del mandato.

Los tres pilares del sistema político priísta están agotados: el presidencialismo fue una suma progresiva de Santa Anna, Juárez, Díaz y Obregón; el PRI nació del seno del poder para mantener el poder; y el Estado de bienestar otorga al gobierno el instrumento de legitimación partidista con políticas sociales.

El presidencialismo es obstáculo para la democracia, el PRI debe separarse del gobierno, del Estado y del presidencialismo y las políticas sociales deben ser de Estado y no de gobierno. Pero el presidencialismo, el partido-Estado y las políticas asistencialistas son la base de la república priísta que han usado PAN y PRD en el poder; por eso el debate no es por la democracia como mecanismo procedimental para elegir gobernantes sino construir una república con reglas, leyes y nuevas relaciones de poder.

Gane o pierda el PRI en el 2018, el PRI seguirá gobernando con su estructura de poder vía PAN, PRD, Morena o PRI. El PRI terminará su ciclo no con la democracia sino con una verdadera república. Y hay que empezar por la independencia absoluta de la autoridad electoral y la limitación del absolutismo presidencial que opera sobre el sistema/régimen/Estado priísta, los dos pilares del priismo como aparato de poder.

Política para dummies: La política es la habilidad para enredar las cosas que están muy claras.

Sólo para sus ojos:

  • La internacionalización del tema de los asesinatos y agresiones contra la prensa es un problema de política exterior del gobierno peñista. Pero no se ve que haya sensibilidad para ofrecer cuando menos una explicación: el gobierno carece de control sobre la seguridad y los asesinatos van a continuar.

  • La lucha por la presidencia del PRD tiene olor a 2018. La tribu de Los Chuchos no quiere soltar el control, a pesar de las fugas de militantes hacia Morena. La figura del excandidato mexiquense Juan Zepeda no le alcanza al PRD para construir nuevos acuerdos y alianzas más sólidas.

  • El problema al interior del PRD no es de simpatías sino de reparto del poder. Por eso no se espera gran cosa del mandato a favor de la maestra Ifigenia Martínez, de buena imagen pero sin capacidad ni autoridad para dar manotazos ni hilos reales de poder para poner orden en la disputa de posiciones internas.

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