Fui finalista para la dirección de la recién creada Comisión Binacional de Intercambio Académico Mex-USA, contando con el apoyo de académicos de Estados Unidos y funcionarios mexicanos. Una mañana antes de la decisión que consistía en una entrevista a los candidatos, me llamó el subsecretario de Educación para decirme que Manuel Bartlett me recibiría en Coyoacán en la tarde, respondí que podía llegar a la reunión porque vivía en San Diego, de cualquier manera me dijo que yo era el candidato porque me apoyaban “amigos mutuos”.
La mañana siguiente se me acercó un asesor de Bartlett para decirme que él sería el director, algo pasó en esa noche. En efecto él fue el director aunque caería poco tiempo después acusado de acoso sexual.
El mismo subsecretario me invitó de forma grosera a ver a Bartlett, cosa que hice. En la reunión Bartlett me ofreció el puesto de su asesor, le pedí me dejara consultarlo con mi esposa.
Me quedaba claro que no quería trabajar para el gobierno de México, aunque quería trabajar para ambas sociedades sin sometimiento a uno de los dos gobiernos y menos a Bartlett, a quién consideraba y consideró, uno de los artífices del retroceso de la democracia mexicana. Sin duda es el responsable del fraude electoral que impuso a Carlos Salinas y culpable de otras infamias. El reportero Charles Bowden lo acusó de estar detrás del asesinato de Kiki Camarena.
Posteriormente lo encontré en una reunión bi nacional de educación y me reclamó que no lo haya ido a ver, le indique que su equipo no me dio cita, me hizo prometer que en una futura visita a México lo visitaría. La fecha llegó y fui a verlo. Insistió en mi asesoría y respondí que no por razones que no le gustaron: Mi esposa no quería volver a México, la contaminación estaba muy fuerte y alguna tercera excusa ridícula. Por supuesto que se ofendió, en parte porque la oposición de la esposa no debe contar ya que el viene de la cultura de la sumisión dónde no se le dice que no al secretario.
Además de mi rechazo político había otras causas de peso. Un libro mío crítico del gobierno mexicano estaba por aparecer y cuándo él lo viera me correría. De no despedirme yo no ganaba nada acercándome a un político con tan baja calidad moral, lo que arruinaría mi carrera. Así que aunado a mi poco deseo de trabajar para el gobierno acercarme a este personaje sería la peor decisión de mi vida, además que me iba muy bien en la academia de Estados Unidos, dónde entre otras cosas, en un semestre ganaba el salario de la UNAM de cinco años.
Bartlett conoce muy bien las entretelas del poder. Operó el fraude electoral de Carlos Salinas y cobró muy bien sus servicios: Fue Secretario de Educación, Gobernador de Puebla, dos veces Senador. Nada mal para un frustrado pre candidato presidencial.
Por esto sorprende que a sus más de 80 años de edad haya recuperado la memoria sobre el aciago fraude que consolidó el dominio de los neoliberales y la consolidación de un sistema que ha agravado la miseria económica, moral y política del país, aunque un día después volvió a perder la memoria. Esos son los avatares de la política mexicana.
Qué busca hoy con la acusación del fraude de Salinas contra la sociedad mexicana? ¿Qué consiguió para fingir que no había dicho lo que había dicho?
¿Cuál será la recompensa por la cual estuvo dispuesto a darse un balazo en el pie, o qué negoció?
La última vez que lo vi fue en el senado, cuándo sin reconocerme se me acercó a preguntar de que se trataba una conferencia de prensa de la senadora Dolores Padierna, y frente a mi desconocimiento se alejó diciendo que iba en la búsqueda de reporteros. Ávido de micrófonos y reflectores cómo político en decadencia que trata de ocultar su pasado nefasto.
Lo peculiar de toda ésta historia, es que el pasado ya hizo lo suyo y no habrá consecuencias ni para Salinas que se robó la presidencia (igual que Calderón, Peña y tantos otros) ni para los esbirros que hicieron el trabajo sucio, los plomeros de la política mexicana que no dudan en sumergirse en la inmundicia a cambio de premios muy jugosos.