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2018. Una sucesión tránsfuga. ¿Priístas Neoliberales VS Priístas Nacionalistas?

Hace unas semanas, durante el seminario de investigación que celebra el IIHS de la Universidad Veracruzana, se presentó un debate singular conforme se analizaban las consecuencias que el transfuguismo político ha tenido en la democratización mexicana. La hipótesis respecto al régimen actual donde predominan priistas de todos los partidos políticos se vio enriquecida por la cuestión del cambio en las camarillas y facciones del sistema político mexicano. Es indudable la colonización priista de los partidos políticos mexicanos, como rezaba la tesis del ilustre Daniel Cosío Villegas: sólo el PRI le gana al PRI. Y vaya que los yunques priistas azules y pricomunistas amarillos han aprendido la lección. El mérito del PAN, PRD, PVEM, MORENA, etc., es postular priistas. Sin embargo, en el devenir de los tiempos transitológicos también se hace necesario observar las diferencias, continuidades y discontinuidades que el PRI ha tenido.

En 1980 ocurre un cisma importante al interior de la Familia Revolucionaria entre políticos y tecnócratas. La sangría de priistas evidenciaba la resistencia a que la política se doblara ante la crematística. El PRI se tecnocratizó y alcanzó colores cada vez más blanquiazules; aún cuando, si bien es cierto, uno de los primeros tecnócratas posrevolucionarios fue el panista Manuel Gómez Morín –inspirado en el primorriverismo-, los panistas en general poco dominaron la técnica. Los disidentes priistas se acercaron a partidos políticos sociales que coincidian con sus artes populistas. El conflicto interno priista generó una movilidad donde los políticos perdían espacios frente a los especialistas liberales de la economía; empero, todos iban a integrarse con los otrora partidos opositores.

Con todo, el PRI no se extinguió entre la derecha e izquierda mexicana. Al contrario, ha seguido siendo fuente de cuadros políticos para los institutos representativos de los extremos ideológicos en el país. Comentaba un compañero investigador: la oposición siempre ha sido segundona y morrallera del PRI, en todo este tiempo no se han animado a formar cuadros profesionales ni a tener proyectos propios para el país. El periodista poblano Arturo Luna Silva ha caracterizado a los partidos antagonistas con una acertada fábula de Esopo: constituyen una oposición rana.

La cultura política priista sobrevivió el tránsito de la hegemonía a la oposición y, aún cuando su regreso a la presidencia de la república no reinstauró su preeminencia política, sigue siendo el principal instituto que cuenta con la estructura electoral, corporativista y caciquil para determinar el apoyo de quien ocupe la primera magistratura del país en 2018.

Esta división de cuadros políticos ha marcado las alternancias y el ritmo de la transición política mexicana desde 1988. La pugna entre la tecnocracia y los políticos ha servido para que la oposición y los poderes fácticos sobrevivan en el conflicto de las facciones. Ha sido también el principal fardo para que la democracia no se consolide en el país. La batalla entre dinosaurios y yuppies ha permitido que la partitocracia secuestre el orden de la sociedad mexicana. Los técnicos y rudos han hecho uso semejante de la informalidad corporativista y delincuencial para proteger sus intereses en detrimento de la nación y de la sociedad.

Para 2018, hasta ahora, el proyecto presidencial de MORENA parece estar alcanzando un punto de apoyo incontenible. Las camarillas y facciones que integran el proyecto nacionalista-populista-político-social, están consolidando una ruta hacia el triunfo electoral que anule el control tecnocrático del país. El agotamiento del conjunto tecnócrata-conservador-neoliberal-derechista que inauguró José Cordoba Montoya después de la muerte de Luis Donaldo Colosio, no ha encontrado al personaje ideal que como Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña, logren conjuntar los intereses de sus diversos grupos para mantenerse en la presidencia de la república. Ahora el transfuguismo probablemente beneficiará a Andrés Manuel López Obrador.

¿Sucederá con MORENA lo mismo que con el PAN? Acción Nacional, convertido ahora en el Pitufo Priista por la invasión plena y consentida del Grupo Atlacomulco, constituye una referencia sobre la evolución de la clase política mexicana. Conforme a la lógica que Víctor Reynoso emplea para explicar el modelo institucional panista, la trayectoria de las fusiones y rupturas constituye el motor del equilibrio dinámico inestable que guarda el PAN al constituirse como el crisol de las derechas mexicanas. Cada una ha tenido su tiempo y lugar, la historia podrá decir quién estuvo a la altura de las circunstancias y fue coherente con sus creencias. De acuerdo a María Teresa Gómez Mont y Urueta, el neoliberalismo permitió un acercamiento entre la derecha priista y panista; es probable que estas elecciones sean el momento definitivo para que estas élites de la Nueva Derecha se terminen de unificar. Rafael Moreno Valle se transformó en el protagonista que identifica al nuevo político panista. Quizá, personajes como él imaginaba Gómez Morín desde el principio. Quizá, los Empresarios y la Iglesia Católica han sido receptivos con este tipo de conductas porque sólo saben educar mirreyesa y enviar a sus “señoritas” a la caza de priistas distinguidos, carecen de líderes e instituciones adecuadas para preparar a sus cuadros. Con Moreno Valle probablemente consigan lo que con Juan Andrew Almazan y Ezequiel Padilla no pudieron. El 2018 será una reedición de 1988 y 2006. Los proyectos nacionalista y neoliberal se verán confrontados una vez más.

El proyecto nacionalista-populista de MORENA debe resguardarse del transfuguismo para evitar una historia semejante a la de Acción Nacional. Los triunfos de los nacionalismos alternativos conservadores les dan la pauta para adquirir una respuesta frente a los cambios radicales que vive la humanidad. ¿Qué deben hacer los grupos y sociedad que son desechables desde la perspectiva neoliberal? Desde luego, fusionarse, organizarse frente a la destrucción. La clase media es atemorizada constantemente respecto del proyecto nacionalista al que se le acusa de socializante y autoritario; empero, la clase media y algunos sujetos de los otros extremos sociales, se desengañan frente a este artilugo dada la situación de vulnerabilidad que empieza a rodearnos por todos lados. Si alguien es culpable de la extrema pobreza, delincuencia grave, daño ecológico, drogadicción general, pérdida de valores y orden social, etc., su nombre es neoliberalismo. México es una carnicería cotidiana gracias a la funcionalidad entre el crimen organizado, los tecnócratas y la globalización neoliberal. Veracruz, muestra singular del país, es una tragicomedia neoliberal de lo que se vive en México hace más de tres décadas. Es indispensable una ruptura histórica con el priismo y la forma en que los nacionalismos alternativos están mezclando conservadurismo, patriotismo, socialismo, comunitarismo, ecologismo y feminismo, etc., constituye una opción singular para dejar de darle la espalda a la historia de México. Sirva al lector, el presente cuadro de las tendencias políticas vigentes desde la perspectiva de Macario Schettino (2004)

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