Última Instancia
Uno de los principales problemas políticos que tenemos en México es la falta de educación política, derivada del gran desconocimiento que hay en nuestro país sobre el civismo. Desde que los planes de estudio eliminaron de las aulas escolares dicha asignatura, hemos venido teniendo un gran deterioro en el conocimiento, tanto de los derechos políticos de los mexicanos, como de las grandes oportunidades que ahora tenemos para hacer grandes transformaciones en el país, con el simple ejercicio de nuestros derechos democráticos.
Por ejemplo, muy pocas personas conocen los grandes avances que existen en México en materia de transparencia y del entramado institucional para evitar y combatir la corrupción. En marzo de este año México estuvo en el lugar número 79 de transparencia a nivel mundial, pero esta evaluación hecha por US News and World Report, que se puede ver en: https://www.usnews.com/news/best-countries/articles/methodology fue realizada antes de que se creara la Plataforma Nacional de Transpararencia: http://www.plataformadetransparencia.org.mx/web/guest/inicio que puede lanzar a México hacia los primeros lugares de transparencia a nivel mundial.
Estamos viviendo momentos históricos cruciales para el desarrollo de la democracia y el bienestar de los mexicanos. Con las elecciones presidenciales que se avecinan, tenemos solo dos opciones: Morena con López Obrador, y el Frente Amplio Opositor que se conformará con el PAN, con el PRD y algunos otros. Pero, como lo mencioné en mi Columna de la semana pasada, le hace falta a esa alianza sumar a los millones de ciudadanos que no creen en los partidos políticos, pero creen menos en AMLO, cosa que, a mi forma de ver, no han hecho.
El PRI, con su llamada eliminación de candados y la prohibición del chapulineo, pretende abrirse a la ciudadanía libre, cosa que estimo no se va a lograr por el desprestigio que tienen, por lo que no le va a quedar más que a jugarle al esquema del “gobierno de coalición”, para poder lograr ciertos espacios de poder.
Sin embargo, no veo que se esté haciendo algo para evitar el desprestigio de los partidos y de los políticos, en contraposición de los ciudadanos que no viven de la política.
Es posible que para dirimir y dilucidar quién será la persona que postule el Frente Amplio Opositor, los partidos que lo conforman sometan a los aspirantes a la Presidencia de la República a una especie de elección primaria. Como resultado de ello, no quedará ningún representante de la izquierda, solo tendrán viabilidad en esa contienda Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle, quien creo que le va a apostar a que los simpatizantes del PRI le ayuden a posicionarse frente a Margarita, que aparece muy alta en las encuestas en relación con Moreno Valle.
Lo anterior, será una primera muestra de lo que puede hacer el poder del ciudadano que no está inmerso en los círculos cerrados de poder de los partidos políticos.
Ahora, quiero brincar a mi estado, Chihuahua, en donde la semana pasada el Gobernador Javier Corral, presentó ante el Congreso local una valiente iniciativa, haciendo obligatorias las elecciones primarias para la postulación de candidaturas de los partidos políticos. Con esta reforma, si es aprobada, lo primero que va a suceder es que las cúpulas partidistas perderán su gran poder que tradicionalmente han tendido para la selección de candidatos, y el pueblo por primera vez adquirirá una gran fuerza sin precedentes.
Con las elecciones primarias perderán impulso las candidaturas independientes que no tendrán posibilidad de someterse previamente a un escrutinio ciudadano.
Auguro, que si esta reforma electoral fructifica en Chihuahua, se va a mandar una clara señal al resto del país, de que el camino para dignificar la política y para expulsar de ella a una gran cantidad de políticos corruptos que han venido, paso a paso, desprestigiando el noble fin de la política, y como consecuencia, se fortalecerán las instituciones y el Estado de Derecho, que nos llevarán a tomar un claro curso hacia la obtención del bien común.
La ecuación ha sido muy sencilla: partidos dominados por camarillas de intereses, que postulan candidatos que ganan elecciones (con la mínima oposición que han tendido de los independientes), que gobiernan para beneficio de sus camarillas y no para crear los entornos de bien común que requerimos; a candidatos elegidos por el pueblo que simpatiza con las ideologías de los partidos, que compiten con otros candidatos seleccionados de la misma forma, que ganan elecciones, quedando los mejores, como resultado de la sana competencia, para generar con sus gobiernos un entorno de bien común que les de prestigio a ellos y a sus partidos para que el pueblo los vuelva a poner en competencia con los mejores de los otros partidos.
Lo anterior crea un círculo virtuoso para regresar al fin de la política, que es el generar bien común.