Última Instancia
Se ha escrito mucho, yo diría demasiado, sobre las implicaciones económicas de lo que puede suceder de cancelarse el Tratado de Libre Comercio. En este espacio compartiré algunas reflexiones de lo que mi experiencia empírica en el desarrollo de mi carrera profesional me ha venido indicando, a partir de los estertores de la época del llamado Desarrollo Estabilizador, que tanto pregona López Obrador de regresar a él, cuando el 80% de la economía del país era manejada por el gobierno a través de sus múltiples empresas llamadas paraestatales, pasando por la etapa de la privatización de la economía con Salinas de Gortari, después de las locuras de López Portillo y la cerrazón política de Miguel de la Madrid, llegamos a la plena vinculación de las economías de Norte América, es decir, de las de Canadá, Estados Unidos y México.
El aspecto más importante que considerar respecto a lo que ha logrado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), es la integración y complementación de los aspectos competitivos de las tres economías. El área más emblemática es la industria automotriz. Tanto Estados Unidos como México se han beneficiado en sus sectores agropecuarios, aprovechando sus fortalezas (Estados Unidos sus grandes llanuras con la producción de granos, México, su clima y tierras fértiles para el cultivo de productos tropicales y las hortalizas). Ambos países han estado en una situación de ganar, ganar, en estas áreas de la economía. Para Canadá las exportaciones hacia los Estados Unidos representan un tercio de su economía, y mucho de ello se complementa con partes y componentes que se elaboran en México.
Pero digamos que los Estados Unidos decidieran salirse del Tratado (bajo el entendido de que hay discusión de la facultad de Trump de poderlo hacer sin autorización del Congreso). El primer resultado, auguro, es que los precios de los productos que consumirán los estadounidenses van a subir. En primer lugar, porque estarán sujetos a impuestos de importación, aunque sean bajos. Otro fenómeno que es posible que se dé, es que se perderán trabajos en Estados Unidos, el efecto contrario a lo que quiere Trump; por la simple y sencilla razón de que es posible que con los aranceles que se impongan a los productos mexicanos, algunos productos chinos u orientales se volverán más competitivos por lo que se dejarán de comprar a México. Pero como la mayoría de los productos mexicanos están integrados con insumos de los Estados Unidos, se llevarán de corbata a proveedores de ese país, perdiéndose empleos.
En el área agropecuaria, los Estados Unidos pueden perder mucho, porque México verá la oportunidad de diversificar a sus proveedores de granos y productos cárnicos, comprándolos en Sudamérica, principalmente.
México se puede perjudicar grandemente por la caída de inversión extranjera directa, especialmente de los Estados Unidos, ya que no podría contar con los mecanismos de solución de controversias que había en el Tratado cancelado. Este solo aspecto ha sido uno de los que más le ha beneficiado a México como resultado del TLCAN, y aun no podemos plenamente predecir los efectos que tendría en nuestro país. Veamos que con el solo hecho de que los inversionistas han avizorado esta posibilidad, el peso empezó a devaluarse.
Las oportunidades que una cancelación del Tratado puede generar para México son, principalmente, que se tiene el momento de probarle al mundo que, en esencia, somos un país con grandes fortalezas; que tenemos el principal activo: nuestra gente productiva, creativa y trabajadora y nuestra ubicación geográfica estratégica, pero nos falta fortalecer a nuestras instituciones, combatir la corrupción, eliminar las barreras internas a la inversión, simplificar nuestros inútiles trámites gubernamentales (que únicamente sirven para engrosar la nómina de la burocracia), y arreglar nuestro sistema fiscal para hacerlo atractivo a la generación de inversión que a su vez crea empleos.
Antes de la cancelación del tratado, aparte de nuestras fortalezas, podíamos ofrecer la aplicación del Estado de Derecho para los inversionistas provenientes de los países del Tratado, de lo contrario, había forma de exigirlo a través de los paneles de solución de controversias. Sin estos mecanismos, ya no podemos ofrecerlo, debemos de generar la credibilidad internacional con el fortalecimiento de nuestras instituciones, probando al mundo, dándole confianza a todos de que en México se aplica la ley, que tenemos reglas claras y existe un ambiente de negocios excelente para que florezcan.
Esta es la gran oportunidad que nos puede dar la cancelación del tratado, el forzarnos a obtener la mayoría de edad en el mundo globalizado. Con ello podemos subir salarios fácilmente y presentarnos al mundo como un gran país lleno de oportunidades que puede contribuir no nada más a hacer que los mexicanos vivamos mejor, sino hacer que el mundo entero se beneficie de nuestros inmensos recursos.