La última medición creíble arroja la cantidad de veracruzanos que de una manera y otra buscan/quieren/sueñan ser candidatos a Gobernador, Senador y diputados federales y locales para el proceso de 2018. Son como 600,010 (para los que no aprendieron o no les enseñaron a leer cifras en la primaria, son “como 600 mil, diez”).
Sí, como 600 mil ciudadanos… más dos funcionarias del área de desarrollo social -una priista y la otra panista; una federal y la otra estatal, Anilú e Indira, vamos-, a las que hay que añadir a la delegada del ISSSTE, Elízabeth Morales, que han hecho pública su aspiración a ser abanderadas de sus partidos para una de las dos senadurías; más la diputada morenista Rocío Nahle, el líder estatal de Morena Manuel Huerta, y el secretario panista de la SIOP Julen Rementería, que también van en pos de un escaño; más los dos actuales senadores priistas -Héctor Yunes Lada y Pepe Yunes Zorrilla-, el alcalde de Boca del Río -Miguel Ángel Yunes Márquez- y el lopezobradorista Cuitláhuac García que buscan la gubernatura… ocho personajes ya completamente abiertos que dan el total de “como 600,010”.
Ante cifra tan elevada, en la que están incluidos con toda seguridad muchas aguerridas lectoras y muchos soliviantados lectores, esta columna se convierte una vez más en una especie de Sedesol periodística y ofrece un servicio social, universal y gratuito, a quienes gusten aprovecharlo.
Tal servicio es la emisión de un manual genérico, para uso y disfrute de la juventud estudiosa y musical (ah no, eso es de Bach y su Clave bien temperado)… rectifico: para uso y disfrute de los políticos y prospectos de políticos que han echado a andar sus esperanzas y su ilusión en pos de la gubernatura, un escaño senatorial, una curul federal o una local.
Son recomendaciones que a nadie le caen mal, y que surgen de las ideas y la experiencia recogidas entre muchos que lograron llegar y otros que lo han intentado sin éxito, pero persisten:
1. Lo primero es lo primero: sin la voluntad explícita del que decide, ni moverse. Así que hay que buscar la aquiescencia del señor que corresponda en cada caso. Pero es la real, la que ha sido expresada claramente, no la que muchos inventan a partir de mensajes trípticos, de simbolismos o de ese pretexto que siempre han enarbolado los nacidos para perder: “Pues no me dijo que sí, pero tampoco me dijo que no, así que le sigo…”
“Si no tienes la simpatía de alguien del círculo cercano del Presidente o del Gobernador (o del candidato a Presidente o del candidato a Gobernador), o peor, si tienes un enemigo ahí, ¡ni le busques!”, previene un damnificado de anterior contienda.
Esa voluntad expresada debe traer consigo los apoyos políticos de todo tipo: del partido, de los militantes, de los liderazgos… y los otros apoyos también, los económicos, esos que permiten sufragar los sufragios, si me permiten la cacofonía.
2. Junto a ese primer paso y tal vez hasta un poco antes, hay que buscar la voluntad de periodistas (ojo, panistas) para ir creando una imagen en los medios… en esos mismos medios que leen y consultan quienes arriman los datos al interior de los partidos para que sean considerados por quienes toman las decisiones finales. No hay de otra: la mejor forma de encartarse en las listas es a través de menciones en periódicos impresos y/o digitales -en particular en columnas políticas serias e importantes, que serán unas 20; no perder tiempo y recursos en pasquines o publicaciones marginales-. Y también en noticieros de radio y televisión, y ahora en los muy importantes y leídos portales informativos -ojo: son pocos los que valen la pena en este sentido: no llegan a diez-.
Después de obtener el sí del jefe correspondiente y el apoyo de la prensa…
Hay que hacer presencia en el estado (Gobernador y senadores) o el distrito (diputados federales y locales). Primero, regresar a los orígenes, reavivar las amistades infantiles, saludar de nuevo a los familiares olvidados, hacer presencia en el pueblo. Nunca sobra crear una fundación para arrimar apoyos y crear imagen de benefactor.
Asimismo, hay que hacer presencia en el partido. Empezar las visitas recurrentes al edificio de Ruiz Cortines o Zamora o donde esté el PRD, si es que aún existe. Conseguir el saludo -aunque sea pasillero- a mi líder, al secretario o a la secretaria general, a los liderazgos de los sectores y las asociaciones, a los regionales. Llevar regalitos a las secretarias, a los auxiliares y a los abrepuertas, nunca se sabe.
También hay que buscar un nombramiento, el que sea en cualquiera de las secretarías, los sectores, las organizaciones: “Auxiliar B del secretario privado del segundo asesor del titular de la oficina de atención a militantes del sector popular en la parte suroeste de la parte norte del estado”. Todo sirve.
Es sumamente importante mandarse a hacer una encuesta cuyo resultado único e inconmovible sea que el aspirante es conocido, querido, admirado, reverenciado en su estado o distrito. Mientras más exagerado el resultado, mejor (la realidad es lo de menos). Y portar copias al por mayor del documento para mostrarlas y regalarlas a la menor provocación en cafés, salas de espera, oficinas partidistas. Mandar, obviamente, a todas las redacciones de los medios de comunicación una copia con “atentos saludos”, para que los cuates o los aliados de esta ocasión promuevan la encuesta.
Darse varias vueltas por el Altiplano. Probar visitas al edificio nacional del Partido. Buscar la foto con Ochoa Reza, con Anaya, con la Barrales, con Dante. Revisar si en alguno de esos recovecos no hay un paisano a modo -jarochos hay hasta debajo de las piedras, en todo el mundo-.
Ir a Bucareli, pero mejor: localizar la oficina alterna en donde realmente despacha el Secretario de Gobernación y darse una vuelta para saludar a los que entran y salen, en una de ésas hay un conocido que pueda empujar un poquito más la candidatura.
(Ya entrados en gastos y por esos lares, para los priistas una visita a Toluca no es mala idea. Si no se obtiene ningún resultado, si no se halla a nadie conocido, al menos se puede aprovechar para paladear una riquísima torta de chorizo o comer en los restaurantes de lujo de Metepec, que son garantía).
Hay que hacer currículum, y si no se tiene, inventarlo: que si alguna vez pasó una manifestación por el frente de tu casa, entonces poner “Organizador de eventos masivos en apoyo de varios candidatos del Partido a la Presidencia de la República”. Exhibir una credencial antigua -las hacen inmejorables y económicas en Santo Domingo en el DF- que dé cuenta del pasado largo e impoluto del aspirante en tareas de su partido desde la cuna.