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Sarcasmos

La democracia es un sistema político perfecto; es una lástima que no exista ni haya existido nunca.

TREMENDA REVELACIÓN

En primera plana de un periódico de la farándula: “¡Fulano de Tal NO es gay!”.

CIERRE PARCIAL

Pues siempre sí el gobierno gringo bajó la cortina y dejó un ratito sin atender a una larga cola de clientes formaditos en la ventanilla (por ejemplo, no habrá emisión de visas por dos semanas). Es como una huelga general, pero a lo bestia (bueno, ni tanto, en realidad menos de 900,000 burócratas ven congelado su chequecito mensual, pero el resto sigue cobrando como si nada). Demócratas y republicanos (cuatro de los cuales votaron en el Senado por el “cierre”) se culpan mutuamente de este sainete, pero la realidad es que desde hace décadas ese gobierno está quebrado, vive de prestado (bonos del Tesoro comprados por China, Arabia, Japón y otros forzados; notas fíat de la Fed, puro crédito, aire, nada) y no tiene dinero real con qué pagar sus nóminas ni gastos (entre la mitad y dos terceras partes de sus jets y helicópteros militares están varados en tierra porque no hay con qué comprar las partes o refacciones que necesitan). O sea que dimensionemos: de los 23.6 millones de burócratas federales, estatales y locales en EUA, apenas un 3% quedó en suspenso. Pero no te engañes. Este “cierre” ya ha pasado otras veces (18 para ser exactos, con duraciones de entre un día y 21). Lo que al parecer se pretende es afectar al poder militar (lo único que realmente le preocupa a Trump porque al parecer es su soporte principal).

VOTO NULO

A propósito del costoso circo manipulado…digo, la próximas elecciones presidenciales mexicanas, algunos queridos lectores me han regañado porque dije que desde hace años anulo mi voto y lo haré otra vez. Que hay que participar, me dicen, que el sistema democrático es un avance civilizatorio que costó muchas luchas históricas, que debemos impedir a toda costa que lleguen Zutano o Mengano, etc., bla, bla, bla. Pero mi convicción, que abrigo desde hace años, la confirma Daniel Estulín en un libro fresquecito: “Ya no importa quién gobierne en los países occidentales”. Y explica que sus gerentes (reyes-presidentes-primeros ministros-jeques) están todos controlados por los poderes globalistas; a quien intente desviarse un milímetro del curso fijado por ellos, lo hacen a un lado con el meñique de la mano izquierda. O sea, quien releve a Peña Nieto no llegará a imponer su programa ideológico (por mucho que lo haya cacareado durante su campaña), sino sólo a obedecer órdenes y cumplir la etapa que le toca en este país de un Plan Maestro diseñado por otros (y esbozado desde hace más de dos siglos, dicen mis fuentes conspiranoicas). Por eso digo que votar a favor de quien sea es una especie de pecado metafísico; es apoyar activamente un esquema engañoso, perverso, que le cuesta al pueblo no sólo dinero, sino también tiempo, enconos, desilusiones, frustraciones. ¿Qué hay que hacer entonces? Nada en la esfera púbica, todo en el ámbito personal: meditar, reír, leer, pensar, amar, charlar... escribir tus verdades.

ACTITUDES CONTRASTANTES

Dicen que dijo Lorenzo Zambrano: “Quien se va de Monterrey es un cobarde. Hay que luchar por lo que creemos. ¡Tenemos que retomar nuestra gran ciudad!”. En contraste me dice un amigo regio rico, a propósito de la amenaza de guerra nuclear: “Yo mejor me vine a vivir a San Antonio, porque aquí hay tres bases militares y así ni cuenta me voy a dar cuando caigan las bombas. Ustedes quédense a sufrir quemaduras, desprendimiento de carne, cáncer y dolores indescriptibles”. Creo que ambos extremos tienen razón, cada uno desde un punto de vista distinto.

LA MENTE DE TRUMP

Me dice el Patriarca (industrial de toda la vida): “Lo que pasa con Trump es que piensa y actúa como empresario, y no lo entienden y se sorprenden los políticos, burócratas, comentaristas y analistas políticos. Por eso los trae a todos desconcertados, confundidos, aturdidos, humillados.

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