Mucho dinero y esfuerzo le dedica Corral a su campaña supuestamente para que le entreguen 800 millones de pesos, porque al parecer tiene mucho trasfondo. Hubo un incremento de 100 millones sobre la cifra original que no quedan muy claros, pero así es la política. ¿A ver que más le agrega?
Es importante nos informen cuánto está costando la caravana que envió a la CDMX y de dónde se está pagando, entre otras cosas el no marcha, vuela para alcanzarla y camina poquito, eso cuesta. Ya existe una demanda ante la FEPADE porque se sospecha que este teatro lleva una intención electoral. Lo cierto es que los impuestos no deben servir para pagar promociones políticas ni para zanjar los conflictos políticos entre funcionarios.
Algunos comentaristas y texto servidores ya manejan el deseo de Corral para suplir a Anaya, lo que demuestra en parte la intención de este conflicto. Pero de esa megalomanía ya sabíamos, este mesiánico no parara con tal de subir. A menos que confíe que también la elección presidencial se puede negociar.
Corral piensa que suceda lo que suceda el gana. Si le arrebata 800 millones de pesos al gobierno federal (a ver si no aumentan) ganó y la caravana fue exitosa. Si no saca el dinero, se pondrá al frente de una causa de rebelión fiscal que le ayudará a tapar lo poco efectivo que ha sido su desgobierno.
Como parte de la batalla, el gobierno federal filtra las noticias sobre el nivel de inseguridad en el Estado y las pifias de la Fiscalía de Chihuahua contra el crimen. Acaban de soltar a siete sicarios por “¿errores?”
Y es que el acto de gobernar reclama una ocupación de 100%. No se puede combinar con negocios, deporte privado, o operar las ambiciones políticas personales, que en el caso de Corral son muchas.