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La Revolución que Viene

Última Instancia

Realmente me da pena ver como personajes en la política caen en verdaderas aberraciones cuando dicen cosas para denostar a sus adversarios políticos o para ayudar a sus aliados, sin importarles el fondo ni la sustentación intelectual, política, moral o jurídica de lo que dicen.

Antes, durante y después de la Caravana de nuestro gobernador de Chihuahua Javier Corral, he leído críticas sobre que si hizo un pacto ignominioso con el gobierno federal, que si entregó a Gutierrez al gobierno federal para continuar con el pacto de impunidad, que si por dinero vendió a la justicia de Chihuahua, que la ley no se negocia, sino que se debe de acatar, etc.

No dudo que habrá otras muchas “interpretaciones” del pacto o arreglo que hizo Javier Corral con la Secretaría de Gobernación. Pero debemos de reconocer que puso al gobierno federal auténticamente en jaque e hizo que la poderosa Secretaría de Hacienda y Crédito Público cediera a los designios políticos del Secretario de Gobernación Navarrete Prida. Aunque éste, a toro pasado, declaró una sarta de argumentaciones en contra de Corral, en el sentido de que no hubo vencedores ni vencidos.

Lo que Corral claramente puso en evidencia con su Caravana, fue la utilización de los fondos públicos para la manipulación y sometimiento políticos de los gobernadores de los estados, así como la falta de estado de derecho y discrecionalidad de las autoridades hacendarias en el manejo de los dineros del erario.

Asimismo, Corral destapó las complicidades en el manejo de la procuración de justicia para tapar los casos de corrupción por más escandalosos que sean.

Realmente este movimiento fue un gran triunfo para Chihuahua, pero no debemos de olvidar ni dejar pendiente los temas que impulsaron al gobernador Corral y a los chihuahuenses que lo acompañamos en sus manifestaciones, que nuestro estado ha dado la muestra a la Nación, que debemos de una vez por todas deshacernos de las estructuras del Estado Mexicano, que han permitido que se den todos estos abusos de poder.

Primeramente, debemos propugnar a través de reformas legislativas y constitucionales, si son necesarias, que nunca más haya la oportunidad para nadie en México maneje discrecionalmente los fondos públicos, ya que se presta a estos abusos del poder.

Asimismo, este movimiento abre la oportunidad de reiniciar una gran reflexión nacional, sobre hacia dónde tenemos que movernos para tener una adecuada redistribución de las responsabilidades de cobrar impuestos y de erogar los recursos que derivan de ellos para permitir a los ciudadanos que opinen sobre y hacia dónde dirigir los mismos, y no dejarlo a la plena discrecionalidad de los intereses creados, ahora principalmente representados por los partidos políticos.

Debemos aprovechar estos movimientos para redireccionar a nuestro Estado Mexicano a enfocar al gobierno a su labor esencial: generar bien común.

Tenemos una burocracia gigantesca, hay “gastos de prevención social” de un millón de millones de pesos, con desvíos de toda naturaleza, desde el exceso de burocracia e ineficiencia en su aplicación, hasta niveles de corrupción vil, en donde simplemente se roban el dinero, así como la corrupción política que hace uso clientelar de dichos recursos.

Debemos de tomar en cuenta que el dinero del presupuesto o proviene de nuestros impuestos o de deuda que tenemos que pagar con nuestros impuestos en última instancia. Los impuestos en su mayoría se generan en las actividades que hacemos los mexicanos en nuestros municipios, a los que ni migajas les quedan.

Por eso es imperativo voltear al revés el sistema tributario, donde la mayoría de los impuestos se generen en los estados y los municipios y de ahí proporcionarle a la federación únicamente lo que sea de interés de la República, como los recursos para nuestro ejército, para la protección y control de nuestras fronteras, nuestro sistema exterior, para la prevención de las epidemias.

Por ejemplo, en materia educativa, se necesita revisar nuestro sistema para que se regionalice o municipalice en las grandes urbes, que suceda lo mismo con la salud, creándose un sistema nacional de salud, en donde paulatinamente se vayan acomodando las piezas del sistema caótico que tenemos a un sistema de salud universal en donde la sociedad entera participe.

En fin, Javier Corral sí ha empezado una verdadera revolución, pero no de las que ocasiona muertos y crea caos como la Revolución Mexicana, sino una que transforme al Estado Mexicano en una verdadera República, en donde el orden institucional y el Estado de Derecho prevalezcan, acabando con las discrecionalidades y los jefes de control político y clientelar, hacia lo que todos anhelamos para nosotros, que son las condiciones necesarias para el desarrollo de nuestras familias, con seguridad y justicia, buenos servicios públicos urbanos, de transporte, salud, educación, cultura y deporte, que nos impulse a cumplir lo que aspiramos en la vida.

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