En el ajedrez las bravuconadas no funcionan, ni siquiera para intimidar al adversario.
El reciente incidente en el que Javier Corral, siguiendo su costumbre de comportarse como rufián y tratando de intimidar al adversario, se enfrentó al gobierno federal, para que viéramos una lección sobre los juegos en la política mexicana.
El primer ataque fue elevar la persecución contra priistas, raspar al círculo cercano al presidente y al candidato priista a la presidencia. La respuesta fue retener fondos, este es clásico y normalmente lleva a ceder piezas.
Corral golpea en público y busca solución en privado para quedarse con la victoria. Intento lograr el dinero gestionando el dinero ante el secretario de Hacienda, el que al parecer mostró la pieza que se debía entregar a cambio del dinero.
Pasó al ataque y elevó el costo. Dinero (aumentado) + extradición de Duarte.
El contra ataque se amplió; puso a Duarte demandando a Corral porque cometió fallas: usar fondos públicos para atacarlo públicamente y despojarlo de la presunción de inocencia. Un comentocrata, como parte del ataque publicó que ese error podía liberar a Duarte de la cárcel. Simultáneamente el PRI acusó a Corral de torturador, metiendo el tema a la campaña presidencial; el reo que usaba para atacar al gobierno solicitó ser quitado de las manos del gobierno del Estado que buscaba usarlo para infligir más daño, llevando el golpe hasta el círculo cercano al presidente y el candidato presidencial del PRI. Metieron a las familias y elevaron los tonos del contra ataque.
Corral amagó con una marcha, la que no logró sumar miles de personas en su paso por el país aunque siguió una ruta muy peculiar, se desvió a Morelos para tomarse una foto con Javier Sicilia. Para reforzar el peso de la amenaza anunció una controversia constitucional, de la que podía no suceder nada además de resolverse en mucho tiempo.
Corral anunciaba mesiánicamente que iniciaba una nueva revolución pero las masas no acudieron. Intento erigirse en el paladín anti corrupción y el gobierno se encargó de mostrar que el PAN también cojea de ese pie.
Mientras el helicóptero lo depositaba en puntos de la marcha el gobierno federal se encargaba que salieran en ocho columnas las noticias sobre la violencia desmedida que arrasa con Chihuahua y la poca efectividad de Corral. No se olvidó que el asesinato de Miroslava Breach sigue impune y se destacó que fue amenazada por panistas a los que no se les hace nada.
La intención electoral de la marcha era muy clara. Avanza el ataque. Demostrar que el PRI estaba totalmente sumergido en un mar de corrupción, y cuándo estaban a un paso de la Ciudad de México, se publicó un artículo sobre las maniobras corruptas del candidato del PAN y se movilizó a panistas para que se expresen contra la corrupción del candidato presidencial del partido. Estas circunstancias marcan el ambiente de negociación entre Corral y el secretario de gobernación, quién no escatima buenas palabras para el adversario. La puñalada en la espalda acompañada de una caricia.
Finalmente se firma un convenio por medio del cual el gobierno entregará los fondos, seguramente le quitarán al reo y entregarán las solicitudes de extradición, pero posiblemente Duarte salga inerme por los “errores” de Corral. Eso es lo publico, ¿qué negociaron en privado? El tiempo nos lo dirá.
Mientras tanto la partida sigue. Corral buscaba exposición mediática pensando que podía desbancar a Anaya y ser el candidato presidencial esperando sumar para él el gran descontento con el PRI-gobierno siguió con un discurso encendido y el gobierno sumó a la siempre disponible Comisión Nacional de los Derechos Humanos que lo acusó de embustero.
Corral parece no haber entendido el sacrificio de reina que hizo el secretario de gobernación, creyendo que estaba en el mate, pero si en algo son expertos los priistas es en el arte de simular. Han llevado la política al extremo del engaño y una palmada en la espalda muchas veces significa una puñalada suave y cariñosa. La rijosidad de Corral lo lleva a pensar que todos son como él.
La comentocracia y muchos texto servidores ya escriben sobre la derrota de Corral, aunque algunos se encierran en su ventaja efímera, olvidando que una batalla no es una guerra, y pensando que le infligió un daño mayor al PRI.
Por lo pronto el Secretario de Gobernación ganó la partiuda, los texto servidores lo llenan de loas, el gobierno se quitó un problema de encima y lograron embarrar al candidato del PAN y eso que las campañas no han empezado.