Última InstanciaPor.- Carlos Angulo Parra
El gobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado, ha continuado dando pasos firmes hacia el establecimiento de un nuevo orden político en el país. En su más reciente intervención pública a nivel nacional, puso el dedo en la llaga a lo que se ha venido convirtiendo el Partido Acción Nacional, de una organización política rabiosamente democrática, en donde sus candidatos siempre se elegían en convenciones abiertas de sus militantes, en donde se apuntaban para hacer discursos en favor (inclusive había espacio para discursos en contra) de los precandidatos registrados a los puestos de elección popular, para ahora ser un partido que no tiene mucha distinción con los demás partidos del país para la postulación de sus candidatos. Ahora el PAN tiene, para efectos prácticos, como regla, la llamada “designación” de candidatos, en donde hay un grupo reducido de personas que los postulan, muchas veces bajo los designios de un “Gran Elector”.
El término de “Gran Elector” deriva de Federico Guillermo I de Prusia, llamado así por derivar del Electorado de Brandeburgo, y su gran influencia política y electoral. Traspasando el adjetivo a lo que está pasando actualmente en México en los partidos, pudiéramos decir que, en efecto, existen Grandes Electores, según el ámbito geográfico y de influencia política en donde nos encontremos. Así, presidentes de partido, gobernadores, alcaldes y jefes políticos dominan en la selección de candidatos.
Un político o persona interesada en el desarrollo del bien común en el país, para poder aspirar a acceder a un puesto de elección popular, tiene que someterse a los designios de alguno de los Grandes Electores que existen.
De esta manera, ¿cómo podemos aspirar a que nuestra democracia se desarrolle cabalmente? Es francamente difícil, si no trabajamos profundamente en hacer que desaparezcan estos Grandes Electores.
Existen en el país innumerables hombres y mujeres con una gran preparación, entusiasmo y amor a México, que estarían dispuestos a participar en hacer de nuestra democracia un vehículo efectivo de generación de bien común, pero simplemente, se abstienen de participar porque se les veda el poder hacerlo, ya que muy pocas veces los Grandes Electores se fijan en ellos, puesto que generalmente se encuentran fuera del círculo de sus influencias.
Javier Corral dio un paso adelante en Chihuahua para establecer un sistema de elecciones primarias obligatorias para todos los partidos políticos para postular a sus candidatos, pero curiosamente, de forma contundente le fue rechazada por los diputados del Congreso de Chihuahua, y algunos de ellos no serán reelegidos porque no fueron seleccionados por los Grandes Electores, habiendo caído en su propia trampa, de haber podido participar en elecciones primarias abiertas a los simpatizantes de su partido.
En la incendiaria intervención que Javier Corral tuvo en el Consejo Nacional del PAN, en donde se aprobaron las listas a senadores por la vía plurinominal, se inconformó con el hecho de que un pequeño grupo de cinco personas (yo digo, los “Grandes Electores”) decidían todo. En efecto, esto también sucede en la Ciudad de México, en los Estados y Municipios del país, en donde pequeños grupos en los partidos deciden todo, obedeciendo muchas veces las órdenes de los gobernantes en turno o de los grupos de poder político o económico.
Asimismo, en las candidaturas mal llamadas independientes se da el mismo fenómeno, en donde grupos de interés, inclusive de los partidos políticos, intervienen en apoyar con dinero e influencia en los medios, para apoyar a estas candidaturas.
En conclusión, podemos decir que nuestra nación continuará siendo rehén de estos intereses particulares de poder para que un número acotado de ciudadanos sean los que se mantienen en el poder, a través de una especie de rueda de la fortuna en donde se reciclan las mismas personas constantemente. Eso en sí, se podría decir, que no está mal, porque muchas de esas personas tienen largos años de experiencia en el quehacer político. Pero el problema es que se impide el paso de muchísimas personas de buena fe, bien preparadas que pueden airear a la política en México, contribuyendo a la generación de bien común.
Todo ello nos ha llevado a que la política en México sufra un gran desprestigio y a que ofertas de personas con perfiles que en apariencia son prometedores, como el de López Obrador, generen expectativas falsas, que nos pueden impulsar hacia una dictadura.
Por eso hay que seguir el ejemplo de Javier Corral que impulsó en Chihuahua, de una forma fallida, las elecciones primarias en los partidos políticos, para que los ciudadanos y no las cúpulas cerradas, designen a sus candidatos.
Su servidor, como diputado federal, presentó a nivel nacional una iniciativa similar, misma que fue ignorada y ahora pretendo revivir, para que se logren los espacios democráticos que todos buscamos y se abra cabalmente la política a la participación ciudadana.