Última Instancia
Conforme avanza la campaña que formalmente aún no empieza veo cada vez más confusión y temor en la gente sobre el que “no sabemos qué va a pasar”. Esta actitud cada día me sorprende más, que, aunque conociendo algo de política, lo debo de comprender bien, pero la gente tiene una idea de que algo va a venir que le va a afectar, le va a caer del cielo y nada puede hacer al respecto. Es decir, el mexicano promedio adopta un fatalismo total. Siente que las cosas pasarán independientemente de lo que haga o deje de hacer.
Yo sí creo que el mexicano ahora más que nunca tiene el poder de ser actor estelar en lo que queremos para México, pero estamos confundidos. La intención de esta entrega es describir sumariamente lo que yo interpreto que pasa en las mentes de los mexicanos ante las disyuntivas que se nos presentan.
En primer lugar, tenemos una gran dicotomía, por un lado, estamos hartos de lo que pasa en la política, de los liderazgos que tenemos en las diversas posiciones gubernamentales, y por el otro, tenemos una tendencia natural a la continuidad. La opción de solución para la primera inquietud recae normalmente en AMLO, mientras que la segunda, la opción natural es la del PRI con Meade.
Sin embargo, existe un hartazgo tal con el PRI y la gente lo ve tan débil y repudiado y Meade dista mucho de ser un líder carismático, que nomás no pretende y la gente lo ve como otro burócrata tecnócrata y simplemente no le cree nada de lo que dice.
Margarita Zavala trajo un gran impulso mientras permaneció en el PAN, y ahora, siendo la única independiente registrada, no creo que sobrepase el 10% de las intenciones de voto.
Respecto a Ricardo Anaya, considero que es la única opción viable de tener lo que la mayoría de los mexicanos queremos; es decir, una continuidad con cambios a profundidad que eliminen el hartazgo en contra de los políticos tradicionales.
Puesto entonces esto en perspectiva, las opciones del proyecto de nación que todos queremos se reducen a dos visiones:
La de López Obrador es regresar a considerar al gobierno como el gran impulsor de la prosperidad, realizando estas acciones:
Que el gobierno se encargue de las industrias básicas y que centralmente controle la economía. Es decir, regresar al esquema del monopolio de Estado de PEMEX y de la CFE, en donde todo el sector energético sea controlado por el Estado, revirtiendo así por completo la reforma energética.
Que se regrese al esquema de substitución de importaciones, generando mercados monopólicos a empresas mexicanas protegidas mediante el bloqueo de la importación de insumos para que las empresas autorizadas sean las únicas que puedan producir con ellos, otorgándoles subsidios para apoyar su producción y aumentar su productividad.
Que la economía se enfoque hacia el interior del país, haciendo crecer la misma con el aumento de sueldos de forma generalizada y de esa manera hacer crecer el mercado interno.
Apoyar al campo con subsidios de gobierno para que regresen los cultivos perdidos por la importación de productos de Estados Unidos, como los granos.
Combatir la corrupción, a través de una amnistía generalizada al crimen organizado y a los políticos corruptos, para que, a través de este gran perdón, establecer mecanismos de inducción hacia el bien y controlar que la delincuencia no regrese y la corrupción desaparezca.
La propuesta de Ricardo Anaya contrasta radicalmente con la de López Obrador en muchos aspectos, proponiendo lo siguiente:
Implementar adecuadamente las reformas estructurales aprobadas en este sexenio, como la reforma energética, liberándola de las cargas fiscales que han provocado el aumento del valor de los combustibles ocasionado por las mismas y por las devaluaciones provocadas por los grandes déficits presupuestarios creados en el gobierno de Peña Nieto, así como revertir la reforma fiscal, quitándole su componente inflacionario y recaudatorio. Para ello se tiene que hacer una auténtica reforma a fondo que debe ser trabajada para homologar las cargas tributarias con los países de la OCDE.
Combatir la corrupción a fondo, persiguiendo a los políticos corruptos sin distinción alguna, incluyendo al mismo Presidente. Para ello, proponen se implementen adecuadamente los componentes restantes del Sistema Nacional Anticorrupción, como el Fiscal Especial, el Tribunal Federal de Justicia Administrativa.
Renegociar con firmeza y dignidad el TLCAN, impulsando el libre mercado y combatiendo los monopolios y sus prácticas para hacer que suban los salarios.
Impulsar a México a establecer esquemas económicos de competitividad hacia movernos a una economía basada en el conocimiento e innovación y no nada más en la manufactura.
De esta manera, los mexicanos debemos de determinar qué clase de nación queremos para el futuro de todos.