Los banqueros andan muy activos criticando candidatos y forzándolos a que les expliquen que harán con el país si ganan las elecciones. Entre sus gracias han empezado campañas de temor para inclinar a la gente a favor de sus gallos. Ya están promoviendo la fuga de capital preventiva, lo que seguramente le atará las manos a quién gane la elección y perjudicará a los que no cuentan con fortunas para fugarlas del país.
No esta mal que intervengan aunque no lo hacen para beneficiar a la mayoría o tratar de asegurar que los beneficios alcancen a las grandes mayorías. Pero no cualquier ciudadano tiene la prerrogativa de forzar a los candidatos a que lo escuchen aunque sea para opinar por dónde podría o debería ir el país, y posiblemente sea en una dirección contraria a la que quieren los banqueros.
Encontramos dos problemas con la intervención de los banqueros:
El capital no tiene nacionalidad. Casi todos los bancos son de propiedad extranjera y sus ganancias se las llevan del país, con lo que su éxito implica una descapitalización para el país.
Los bancos se caracterizan por no tener políticas crediticias que apoyen el desarrollo nacional. Carecen de políticas de fomento regional o sectorial. Al campo lo tienen prácticamente olvidado y si no es por el gobierno, lo poco que producen se reduciría a prácticamente cero.
Así que cuando vemos una andanada nueva de los bancos que tratan de marcar el comportamiento del gobierno, mas vale que tratemos de ponernos a salvo, porque seguramente lo hacen para hincharse los bolsillos de más dinero que sacarán del país aunque derrumben a la moneda y la calidad de vida de las mayorías.