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Pacificar el país

López Obrador acertó al ubicar a la corrupción como el problema central del país, pero combinado con la delincuencia, el crimen y el tráfico de drogas, el riesgo se eleva a una escala mucho mayor, hasta el nivel de riesgo de seguridad nacional. Y eso representa la gran apuesta para pacificar al país.

La capacidad corruptora de los carteles es tan grande como la enorme cantidad de dinero que circula en el mundo del crimen organizado. Según la ONU el negocio de las drogas en el mundo ascendía hace unos años a 800,000 millones de dólares anuales, a México se le queda el 15%, o sea 120,000 millones, sin contar lo que entra por trata de personas, prostitución, tráfico de órganos, secuestro, extorsión, robos, negocios no relacionados con drogas y negocios legítimos.

Con esa cantidad de dinero se puede comprar casi cualquier conciencia o voluntad, hasta a un ministro de la Suprema Corte, ya que argumentaron para que no les bajen el mega salario como a todos, que necesitan ganar mucho para que no les lleguen al precio, interesante es saber ¿cuál es?

Entonces por lo visto una de las fuentes básicas de la corrupción se encuentra en el precio de los funcionarios y la conexión del crimen con el Estado; se trata de la posibilidad de comprar policías, jueces, funcionarios de aduanas, agentes del ministerio público y súmele usted una larga lista de funcionarios que no se resisten a las caricias de los billetes verdes.

Orlando Leoluca, alcalde de Palermo descubrió que una de las fuentes de poder de la mafia consistía en que se financiaban con fondos públicos. Así que lo primero que hizo fue cortar esos proyectos y dejar a los mafiosos sin una de sus fuentes principales de ingresos. Esa parece ser la receta ideal para tratar con los criminales. Cortarles el acceso a los proyectos gubernamentales y el financiamiento. Ya debilitados se puede proceder a intervenir en sus otras fuentes de ingreso que además son actividades delictivas.

Paralelamente se debe incidir en las actividades que les allegan fondos, que son muy diversificadas. Pero podría empezarse por las más evidentes. Por ejemplo, muchos productores rurales sufren el control de su producción y comercialización por parte del crimen organizado, bastará tal vez con activar protocolos de protección para frenar ese control, se trata por ejemplo del aguacate y el limón en Michoacán. Otra línea es el cobro de derecho de piso y venta de protección. Hay que convencer a la gente para que se niegue a pagar y que denuncien, de tal forma que se activen los protocolos de acción policíaca. Acompañado por supuesto por instancias de vigilancia para anular la complicidad de policías con los criminales.

Otra línea de acción consiste en liberar a los campesinos que fueron forzados a cultivar para los narcotraficantes o a los usuarios de drogas y menudistas que están encarcelados, y que pueden caer en las redes del crimen, al salir de la cárcel no cuentan con una red de protección que les abra el camino de actividades legales. Esto se relaciona con una estrategia de recuperación del campo y recuperación de la gente que recurrió a la venta al menudeo por carencia de opciones económicas.

Muchos policías están descarriados, muchos cayeron bajo la influencia de los criminales y pueden aceptar la oportunidad para sacudirse su influencia. Se tendrá que tener una estrategia para limpiar los cuerpos policíacos y darle una oportunidad a los que están dispuestos a enmendar el camino.

Culturalmente estamos predispuestos a aceptar la corrupción, se tendrán que romper la tendencia de la gente que prefiere sobornar a un policía o un funcionario en lugar de ajustarse a las reglas y leyes, eso se puede atacar con un programa de educación cívica.

Esta documentada la correlación de la llegada de fuerzas armadas y policía federal con el aumento de homicidios, o sea que han actuado como sicarios y cartel,

La pacificación del país debe caminar por varias direcciones. No será fácil y la gente espera que suceda como por arte de magia de la noche a la mañana. El gobierno debe poner el ejemplo, para que tras él la gente se involucre en el gran proyecto de reconstrucción nacional. La corrupción tiene dos partes. El día que la gente se niegue a sobornar y denuncie al corrupto, ese día habremos dado un paso gigantesco.

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