Finalmente el espectáculo del PP ha finalizado, y Rajoy ya tiene sustituto: Pablo Casado, un hombre biológicamente joven, pero con un cerebro de persona entrada en años, que sustenta valores de la derecha española más ultra. El dirigente electo está declarada y belicosamente a favor de cosas que difícilmente pueden contar con un apoyo mayoritario en la sociedad actual, pero ya sabemos que vivimos tiempos difíciles con los Trump, los Putin o los Salvini.
Se presenta Casado como liberal conservador, lo que desorienta a cualquiera que la escuche y lleva a pensar que también le convalidaron Barrio Sésamo [Sesame Street] y se perdió las imprescindibles enseñanzas de Epi y Blas [Ernie y Bert, los muppets estadounidenses]. Si hubiera cursado la asignatura infantil de la TV, una troncal para los de su generación, le habrían explicado la diferencia entre liberal y conservador, como las de dentro y fuera, alto y bajo, blanco y negro, limpio y sucio.
Sin embargo, lo que debe entenderse no son las etiquetas del de Palencia, sino el significado de sus palabras. Lo que Casado quiere decir es que si te quedas preñada y no querías, por la razón que sea, te aguantas; que si te estás muriendo de dolor, si tienes una enfermedad incurable y sufres lo que no está escrito, te aguantas; que si eres sensible a todo lo que vulnera tus derechos como persona por el hecho de ser mujer, te aguantas; que si aspiras a construir pacífica y democráticamente una nueva realidad nacional en tu territorio, olvídate. Según Pablo Casado, has de entenderlo: todas esas cosas crean grietas en la moralidad, y no se pueden consentir de ninguna manera. Esta es la verdadera ideología del caballero, la que intenta esconder detrás la absurda etiqueta.
Memoria histórica, para qué? Sacar a Franco de Culgamuros, de ninguna manera; eso son cosas viejas, del pasado que a nadie interesan. El nuevo pope del PP es de los que piensan que esto reabre heridas superadas. Como se trata de heridas que él ni ha sufrido, ni comprende, se trata de cosas menores, sin importancia. Ya lo dijo cuando todavía era un jovencito que presidía las Nuevas Generaciones del PP: "los de izquierdas son unos carcas, todo el día con la guerra del abuelo, las fosas de no-sé-quién, la memoria histórica...". Y desde entonces, no ha cambiado. Sostenella y no enmendalla, lo llaman a eso en España.
Con todo, son mayoría los que esperan que Casado modere los principios que ha exhibido como ideas fuerza -como mensajes de marketing político más bien- en su combate contra Soraya Sáez de Santamaría. Ha ganado, sí, liderando una "coalición de perdedores", todo sea dicho; porque fue la ex vice presidenta la más votada por los militantes. Ahora, la aristocracia del partido, los compromisarios -la inmensa mayoría de ellos profesionales de la política o aspirantes a serlo-, le han doblado la mano a la militancia de base y han puesto a la cabeza a un hombre que hace alarde de su juventud, mientras defiende las posiciones más rancias de la derecha nacional-católica española de toda la vida.
A partir de los próximos días Casado comenzará a recibir facturas de las diversas capillas y familias que lo han apoyado, además de que habrá que ver qué pasa con los Sorayos, muchos de los cuales pagarán con su vida [política] haberse equivocado de bando. Otros, sin embargo, venderán cara su derrota y quizás querrán morir matando.
También tendremos que estar pendientes de cómo evolucionan las peripecias judiciales del nuevo líder de esta derecha ultra que ha salido confirmada del encuentro de Madrid. Su currículum académico todavía le debe dar muchos dolores de cabeza, y aunque cosas como las falsedades, las mentiras o los tratos de favor en la fabricación de su historia estudiantil sean pecadillos veniales para muchos de su partido, la sociedad hispana está muy sensible ante la corrupción de cualquier tipo. Lo de la Universidad Rey Juan Carlos no sólo no ha terminado, sino que es ahora que apenas comienza. Veremos qué pasa con el multi-titulado que aprobaba y aprobaba por vía exprés y distinta a la del resto de los mortales.
A Pablo Casado le falta el bigote de Aznar para representar del todo el marcado perfil de un partido que no respira liberalismo más que respecto a los grandes negocios y a las prebendas para los amigos políticos. En los otros planos de la realidad se reivindica como castellano y castellanista de pura cepa, hasta el punto de que el nuevo dirigente -que habla gallego en la intimidad, como su mentor hablaba catalán- enarbola la idea de ilegalizar a los partidos que promuevan la independencia de su territorio de referencia. En este terreno competirá con el dúo Rivera y Arrimadas, incluso con la familia más jacobina y españolista del PSOE, así que unos y otros deberán redefinir sus proclamas que sintonizan con lo que Casado dice "la España de los balcones", con sus banderas y todo lo que significan.
La derecha que desde ahora lidera Pablo Casado no nos hará añorar a Mariano Rajoy. Casado, como poco, sabe hablar, así que nos ahorrará los episodios de vergüenza ajena del gallego, pero debemos prepararnos para recibir dosis más que tóxicas de un españolismo de la caverna, que se niega a entender, que se recrea en su ignorancia de la complejidad de un país que están decididos a encajar en sus estructuras mentales aunque sea a martillazos.
Ha llegado el tiempo de las vacaciones, al menos para los que nos las podemos permitir. Hace unas semanas fueron muchos los que celebramos la idea de pasar el verano sin Rajoy, cuando cayó gracias a la moción de censura. Ahora tendremos que olvidarnos del liberal conservador Casado y de sus intenciones contra-reformistas, al menos hasta septiembre. A ver si en agosto alguien le regala la colección completa de Barrio Sésamo. Pasad buen verano.