Las víctimas de la violencia se abrieron paso hasta el frente del teatro dónde se realizaba el acto protocolar de inicio de los foros sobre seguridad que impulsa/organiza López Obrador.
Llegaron tarde pero las dejaron pasar al frente y tan pronto pudieron se subieron al estrado para confrontar al (des)gobernador de Chihuahua Javier Corral que estaba sentado junto a López Obrador.
Ahí lograron sacarle a Corral el compromiso de recibirlos en audiencia para tratar el tema de la violencia, las desapariciones y las muertes violentas en Chihuahua.
Pero sucedió lo esperado viniendo de un tipo caracterizado por su ausencia de los temas más acuciosos, Corral los ha dejado chiflando en la loma y no ha cumplido con el compromiso asumido.
Más allá de su oportunismo para ser visto con buenos ojos por López Obrador, Corral opta siempre por lo superficial y trivial. Mientras se anunciaba el asesinato de 11 personas en Ciudad Juárez, el aparecía mostrando a sus gatos. Mientras el Estado se baña en sangre, el opta por ir a pasear a Mazatlán. Y con mucha frecuencia, prefiere las canchas deportivas a los espacios sociales dónde se le reclama acción para resolver problemas graves.
Bien decía un respetado panista. De qué se sorprenden, así ha sido Javier siempre.
Y en efecto, Corral nunca se caracterizó por su estatura moral. Siempre utilizó el cabildeo y la negociación para avanzar su carrera política, pero al no haber ganado elecciones, nunca desarrolló una actitud de compromiso social y mucho menos, el abrazo de las grandes causas sociales.
Chihuahua merece algo mejor.