DIVAGACIONES DE LA MANZANA
El caso de la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México parece que ahora sí aterrizará.
Como si fueran golpes de viento y tolvaneras en choque constante, han surgido opiniones de apoyo y rechazo ubicando el tema en la cresta de las polémicas desde que el hoy presidente electo, puso en duda el aeropuerto de Texcoco desde los tiempos de las campañas electorales, a la vez que ha sido cambiante en sus comunicados, apuntalando su obstinación de buscar una alternativa a partir del acondicionamiento del aeropuerto militar de Santa Lucia.
Así también algunos de sus colaboradores, principalmente el que ha sido designado Secretario de obras, Javier Jimenez Espriú, le avizoró un sistema aeroportuario habilitando el de Toluca y otros aeropuertos de la región, que han sido duramente cuestionados por diversas organizaciones especializadas en la materia.
Por su parte, el sector privado ha sido muy claro en sus posiciones con un pleno apoyo a la construcción del llamado NAIM y hasta ha insinuado una posible crisis financiera y económica de suspenderse esta magna obra.
Las versiones van y vienen a lo largo ya de meses, lo mismo con críticas al presidente electo Andrés Manuel López Obrador por sus devaneos y hasta el señalamiento de que la llamada “consulta popular” es una engañifa y manipulación de un asunto que como gobernantes él tendría que decidir. Críticas que también se han dirigido en el sentido de que casi todos los organismos especializados se pronunciaron en su mayoría por el aeropuerto de Texcoco, frente a lo cual se dice que Morena revivió grupos disidentes como los de Atenco, para contrarrestarlos. Y así otras confrontaciones, que podrían encauzarse antes, durante y después tras la supuesta consulta popular sin basamento constitucional y que ha sido sumamente cuestionada por su evidente parcialidad, sin credibilidad ni transparencia, que de suyo la han mermado de antemano.
Así también frente a este evento próximo se han abierto ya dos cauces: uno que apunta a la abstención y otro que recomienda ir a responder y asegurarse que Lopez Obrador no tome la decisión con un criterio de discrecionalidad y a su limitado juicio. O peor aún de que lo concesiones sin licitación ninguna.
Pronto sabremos entonces el resultado, lo cual no garantiza tampoco un buen final y puede por ende abrir otras confrontaciones y polémicas, que como muchos dicen, proviene de una encrucijada que se autoimpuso López Obrador, al negar y rechazar el aeropuerto de Texcoco cuando era candidato, y que ya como presidente electo, sometido a las presiones de los poderes fácticos, tiene que ceder y conceder la permanencia y vigencia del proyecto ya iniciado en Texcoco.
Vaya enredo y complicaciones que al parecer lamentablemente se repetirán en otros tantos temas y primeras decisiones del gobierno entrante que ya muestra serias contradicciones y desgastes, además de un creciente desencanto en la sociedad.