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Los círculos de la oligarquía

La concentración de la riqueza en México cada día es mayor. De las 33 familias que controlan la economía, ahora 17 controlan el 11% del PIB; para esas familias el mantenimiento del status quo es una necesidad, entre otras cosas porque no pueden ni quieren perder privilegios. Un caso emblemático es la familia Larrea cuyas empresas mineras causan desastres que no sienten tener la obligación y responsabilidad de reparar, trátese de los mineros enterrados en la mina de Pasta de Conchos o la población envenenada por el derrame en el Río Sonora. Larrea ha evadido su responsabilidad sistemáticamente.

La oligarquía aunque comparte grandes intereses no es homogénea, hay quienes se inclinan por la ultraderecha como la familia Servitje y todos se acomodaban con los gobiernos del PRI-PAN para incrementar sus ganancias, asegurando el imperio del privilegio y la impunidad. Para ellos se trata de apoderarse de una porción mayor del país y aparecer en las listas mundiales para regodear su enorme ego.

La súper concentración de la riqueza muestra la súper ampliación de la pobreza y obliga a extraer mayor ganancia de trabajadores mal pagados y subsidios estatales como los programas contra la pobreza.

La oligarquía despliega diversos recursos para no perder sus espacios, entre éstos está la visión de lo que es, fue y debe ser el país. Hoy censuran las políticas que en el pasado los favorecieron y les permitieron crecer, y las rechazan para evitar que otros les compitan, y como el pasado se puede reescribir en ciertos libros de historia o reportes y análisis de los bancos, creen entonces que la realidad se modificó.

La transmisión de esa visión oligárquica se basa en círculos concéntricos, por medio de los cuales se difunde el mensaje que le interesa a la oligarquía para mantener sus privilegios y el status quo y se convierten en instrumentos de presión política e inestabilidad.

Si el gobierno se les opone para beneficiar a las mayorías despojadas pueden desequilibrar la moneda o la bolsa de valores y acercarse a sus socios internacionales para todos unidos gritar: “Ahí viene el lobo”. Los círculos concéntricos aplauden y censuran al gobierno por no proteger el valor de la moneda.

Supongamos que un empresario o empleado de alto nivel está en el segundo círculo y su peso lo hace actor importante en centrales patronales o consejos de los bancos, recibe las explicaciones/rumores/expectativas producidos por las campañas y/o por las instancias influidas directamente por la oligarquía. Este empresario reproduce los argumentos hacia el siguiente círculo concéntrico formado por amigos, parientes, empleados y así los círculos bajan el mensaje.

En una ocasión un empresario me envió un “análisis” basado en información falsa muy tendenciosa que alertaba sobre peligros mayores de inestabilidad si el gobierno tomaba alguna decisión que era importante y la demandaba mucha gente (detener a un líder sindical muy corrupto), su justificación por el reenvío del material falso es que se lo había enviado un empresario que tiene una empresa muy grande. La riqueza funciona como legitimante de la mentira.

Los círculos concéntricos se complementan con las redes sociales, de tal forma que tenemos una transmisión vertical (círculos) y horizontal/vertical (redes).

La escasez ficticia de la gasolina en el contexto de la lucha contra el huachicol es un buen ejemplo. La oligarquía ha financiado una campaña prolongada para evitar que llegara al poder alguien que no fuera neoliberal o que viniera de fuera de los círculos que estaban sometidos a su fuerza económica. Cuándo López Obrador lanza su campaña contra el robo de combustible (huachicol), desde las fuentes de la campaña surge el grito alertando por escasez de gasolina; el mensaje circulo rápidamente por los círculos concéntricos y las redes sociales (las verdaderas sumadas a las de internet) generándose un pánico que propicio escasez, porque no hay gasolinera que soporte una corrida de vehículos demandando combustible fuera de la programación comercial, igual le sucedería a los bancos si surgiera el rumor de que se decomisaría el dinero. La campaña violentó las programaciones de entrega de gasolina derivadas del análisis de la oferta y demanda, pero ayudó a abonar la campaña que dice que el presidente es ineficiente y aunque hace cosas buenas, le falla el cómo hacerlas. Ahora le reclaman que no hay autocrítica ni contrapesos. Este es un giro muy peculiar de la campaña desestabilizadora contra el gobierno y el país para evitar verse como estrictamente negativos.

Es difícil contrarrestar campañas bien financiadas y orquestadas para descarrilar al gobierno, aunque en el camino arruinen al país; sostenidas en círculos concéntricos y redes influidas por una ideología derechista sólida son eficientes para propiciar inestabilidad.

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