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El silencio

Mientras en el mundo se investigaba a empresas que habían dado sobornos, en México se les premiaba con contratos adicionales a esas mismas empresas.

Mientras el mundo investigaba los sobornos de Obedrecht, en México se tendía una cortina de humo y una regla de silencio sobre el funcionario que había sido denunciado públicamente. Que más daba entender el destino de los 10 millones de dólares entregados a Lozoya si el había logrado esconder miles de millones de pesos en empresas de papel creadas en paraísos fiscales para esquilmar a los mexicanos con la riqueza petrolera.

Y es que el silencio es una de las reglas que el autoritarismo mexicano impuso a lo largo de los años.

Se dice que en 1968 el gobierno se atrevió a invitar a las familias que tenían desaparecidos para que denunciaran públicamente pero no se presentó nadie, de acuerdo a esa versión, la gente recibía una llamada recordándole que todavía tenían otros hijos y como al buen entendedor pocas palabras, nadie quería que los otros hijos siguieran el mismo destino.

Poco se supo en México sobre la guerra sucia llevada a cabo en los 1970s, el ejército seguía las mismas técnicas que los militares “gorilas” latinoamericanos, desde personas drogadas y lanzadas al vacío desde aviones, hasta cuerpos cremados en los campos militares. Un soldado asilado en Canadá reportó haber desaparecido a más de cien personas. Prefirió escapar del país y hablar en el extranjero, en México el silencio se imponía.

El silencio se tendió sobre el destino del hijo de Rosario Ibarra de Piedra después que se reportara que la última vez que se le vio fue en un campo militar. Pero eso no es sorpresivo porque igual destino sufrieron guerrilleros que trataban de cambiar al país. Lo que no parece quedarle claro a los gobiernos es que si alguien viola la ley debe sometérsele a juicio y aplicársele la pena correspondiente, el fusilamiento sumario es propio de regímenes autoritarios y totalitarios.

El silencio ha dominado los eventos de Iguala que llevaron a la desaparición de 43 estudiantes, mientras que el procurador establecía una verdad histórica que difícilmente se sostenía. Interesante ese recurso de las verdades históricas: la estableció Salinas en el asesinato de Colosio y la establece Corral con el asesinato de Miroslava Breach, los autoritarios pretenden que tras esas verdades se establezca el silencio y que nadie los cuestione.

Una de las consecuencias de la guerra contra el crimen conducida por Calderón y Peña aparte de los cientos de miles de asesinados, los cientos de miles de desplazados, fueron las decenas de miles de desaparecidos. Por supuesto que las cifras están en disputa debido al silencio impuesto por el gobierno para que no se sepa la verdad. La gente no denuncia los crímenes porque cree que los criminales y las policías son la misma cosa, así que se impone el criterio de en boca cerrada no entran moscas.

En un ejercicio de análisis sobre el sistema educativo una maestra me respondió sobre su falta de participación: calladita me veo más bonita.

Los políticos saben muy bien que una sociedad amordazada es una sociedad inerme ante la agresión del poder y fácilmente manipulable. Es por eso que se entiende el refuerzo al aparato represor y la acción que diezmaba a la sociedad mientras se realizaba el mayor saqueo de la historia por medio del gobierno.

Una persona que había sido robada acudió ante un “amigo” en el Estado Mayor Presidencial quién le respondió: Lo atrapamos de inmediato y te devolvemos las cosas, pero acuérdate que ya tiene tus datos y sabe bien dónde vives y se pueden desquitar por la detención, el agraviado decidió guardar silencio ante el consejo amistoso.

La sociedad que no abría la boca para protestar por sus bienes perdido, sus muertos y desaparecidos, menos la abría para protestar por el saqueo a la nación. Aunque aceptemos que mientras el golpe directo al corazón de las familias era más evidente en su entorno cercano, no así lo eran las evidencias sobre el saqueo. Pero el gobierno se las ingenia para tratar de esconder los impactos sociales de una política ruinosa socialmente pero ventajosa económicamente para los socios.

Un sistema autoritario cuya regla es el silencio carece de perpetradores inocentes para el abuso económico, social, político y policíaco.

El silencio no es aceptación, es señal de falta de democracia, de ausencia de libertad.

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