Durante poco más de un siglo, gran parte de la comunidad judía vivió en la periferia del imperio ruso que estaba ubicada entre el Mar Negro, el Báltico e incluso territorios cercanos al Mediterráneo. El final de la Primera Guerra Mundial y el triunfo de la revolución bolchevique, generaron que esta zona quedara en un vacío de poder donde la ambición de los imperialismos, el surgimiento de nuevas naciones y las campañas racistas, detonaron la Segunda Guerra Mundial y la Guerra fría. La región es sinónimo de violencia perpetua y odio infinito.
El sur de los Estados Unidos de América, territorio robado a México, se ha convertido en un Asentamiento Acotado para todos los mexicanos de Iberoamérica, Asia y Oceanía. Durante el Siglo XIX fueron llevados allí millones de esclavos africanos que fueron sacrificados para construir la riqueza estadounidense, con el avance del liberalismo económico y democrático anglosajón se sustituyó a los africanos por los hispanos. A decir de Samuel Huntington, o cualquier otro analista conservador, los mexicanos son un reto más grave que el Terrorismo y parecen estar a punto de construir el Estado Mexicoamericano.
El poder de la cultura mexicana, sobre todo del surrealismo y espontaneidad, la hacen impenetrable e incontrolable. Los valores anglosajones ceden a los símbolos mexicanos. De acuerdo con Huntington, en el sur y en el este de Estados Unidos, el WASP (White Anglo Saxon Protestan) tiende a ser el extraño en su país.
Intervención es igual a inmigración y Norteamérica sabe que no puede escapar a dicho axioma. Francia, con su selección de fútbol campeona del mundo en 2018, debió reconocer que el suicidio de su modelo blanco, católico y europeo debe ceder a una realidad que ellos provocaron mediante el colonialismo. Todos los imperios observan como bárbaros a sus pueblos colonizados. Apuestan inclusive por su extinción. Pero es una regularidad social que estos bárbaros ingresan a las metrópolis y con el tiempo le dan sangre nueva a la hegemonía. También se le llama circulación de las élites. Samuel Huntington vislumbraba esa parte del problema que ahora Norteamérica no sabe cómo resolver y que, no obstante, tiene en la opción del multiculturalismo una solución duradera.
El conflicto migratorio estadounidense ha impulsado al Poder Ejecutivo de dicho país a políticos supremacistas como Donald Trump; sin embargo, la posición geopolítica y hegemónica de los Estados Unidos ha cambiado y ya no puede recuperar su identidad. No obstante, los problemas de una inmigración desordenada y avasallante han comenzado a contagiar de las patologías sociales que los países de origen poseen y la superpotencia disminuye su gobernabilidad, legalidad, salud, orden y ciudadanía. La responsabilidad tiene que ver en las élites políticas y su incompetencia, su ambición y anhelo de poder. Al final no defienden ni un pueblo, ni una raza, son una pandilla que busca enriquecerse y emplean a otros oportunistas.
Si Donald Trump trata de ser el Adolfo Hitler que va a sacar a los mexicanos del asentamiento acotado, ya se sabe cómo termina la historia. ¿Está dispuesto EU a balcanizar el sur y este de su territorio? ¿Norteamérica convertirá a México en la Polonia de Hitler y Stalin? Los problemas derivados de la inmigración mexicana en Norteamérica se relacionan con la peculiar forma del imperialismo que se ha practicado en Latinoamérica. Mientras los neoliberales, tecnócratas y pseudo fascistas tengan el apoyo yanqui para mantenerse en contra de institucionalizar el Estado de Bienestar en cada uno de sus países, el resultado será obvio. La gente prefiere emigrar y no habrá muro que detenga su anhelo de llegar a Norteamérica para mejorar su nivel de vida y abandonar la narcomodernidad conservadora que sólo consolida corrupción y violencia.
La experiencia Jimmy Carter y el IRCA de Ronald Reagan, pueden ser un referente para la situación actual. Es necesario que Estados Unidos implemente políticas para cambiar el gobierno interno de los países expulsores puesto que una gran parte de lo que ocurre en México y Latinoamérica ha sido impulsado por el imperialismo norteamericano y la clase política subordinada a ellos. Norteamérica tiene que dejar de apoyar a los Ayatolas del Neoliberalismo en América Latina. Son los responsables de un terrible periodo de pobreza, corrupción y violencia. Hasta que estos grupos cesen en su ánimo de boicotear sus países y enmascarar el liberalismo es un patrimonialismo sin límites, sólo entonces, las repúblicas latinoamericanas podrán estabilizarse y contener la emigración.
Los neoliberales forman parte de esos viejos amigos nazis que tanto sirvieron en la Guerra Fría, pero que así costaron. ¿No será acaso mejor establecer tratados migratorios laborales y conducir el gasto de las remesas en una forma efectiva? A los emigrantes, sus países de origen poco les han devuelto del ingreso por remesas que introducen. Las zonas expulsoras siguen como siempre; en cambio, los estados con mayor índice de emigración disfrazan sus metrópolis con la fachada del progreso urbano.
La solución no pasa por confrontar a los gobiernos que poco, o casi nada, pueden hacer frente a la magnitud de un problema que es mundial. La distribución del ingreso mundial y el control de las elites económicas, tecnocráticas y criminales, es la nueva tarea que Estados Unidos tiene al frente. Si deja pasar estas situaciones, dichas camarillas no tendrán ningún miramiento con el pueblo norteamericano.
Norteamérica debe dejar de apoyar a los neoliberales de fachada que necesitan caciques y narcotraficantes para el control político de sus países, que no aceptan el verdadero mercado porque no son empresarios sino monopolistas, que no se pueden quitar la influencia de la sotana para pensar y conducirse. Así mismo, debe permitir que el espíritu cívico y participativo se desarrolle en los inmigrantes, en lugar de perseguirlos con la deportación hay que impulsarlos a exigir de sus países el cambio y la transparencia, las políticas efectivas para la modernización, los inmigrantes no pueden seguir financiando a poderes fácticos tan abusivos y ventajosos.
Si Estados Unidos no interviene en forma positiva con los países expulsores de migración, entonces la pobreza balcanizará el territorio yanqui. George Friedmann, Robert D. Kaplan y Tom Clancy lo han advertido hace tiempo, el avance de los cárteles mafiosos y la violencia al interior de Estados Unidos es increíble. ¿Serán capaces de usar la extrema fuerza militar dentro de su propio país?
Los polkos mexicanos, que se regodearon de millones de dólares por aliarse con los nazis, seguramente esperan que Trump construya el IV Reich. Ojalá que el presidente de Estados Unidos y el liberalismo norteamericano aprendan del pasado.