La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, volvió a hacer de las suyas: sin ninguna razón estratégica sacó el tema de la negociación de la paz con grupos violentos y criminales, sólo la complicó más y en las circunstancias políticas provocó la congelación de las pláticas por la desconfianza social en el sentido de que se esté negociando impunidad criminal.
La única explicación al tropiezo de la secretaria Sánchez Cordero se localiza en la búsqueda de un posicionamiento personal en el tema de la seguridad, cuya agenda está en Palacio Nacional y en la Secretaría federal de Seguridad y Protección Ciudadana.
La primera declaración la hizo en un contexto que nada tenía que ver con la seguridad: la reunión del Cuarto Plan de Acción 2019-2014, Alianza para el Gobierno Abierto (sic). Por la confusión de su referencia a la negociación con “grupos criminales”, la secretaria Sánchez Cordero dio después una entrevista banquetera que contribuyó a enredar más las cosas. Por la noche, de manera oficial Gobernación aclaró que se trataría de autodefensas, no cárteles del crimen organizado.
La declaración de la funcionaria, por si fuera poco, mostró su ignorancia sobre la estrategia de seguridad pública, reveló que el Estado sí está pactando con criminales “que se matan unos a otros” y en los hechos quemó la posibilidad de que los grandes cárteles acepten negociar la paz si la interlocutora es la secretaria de Gobernación.
La estrategia oficial de pacificación tiene tres variables que parecen estar congeladas: una ley de amnistía a criminales encarcelados, la rendición de los grupos criminales entregando armas y recursos y la instalación del Consejo de Construcción de la Paz. Lo único que ha hecho el gobierno federal hasta ahora es cesar la persecución de criminales, pero con el saldo natural en el corto plazo de un aumento de la violencia: 26 mil 24 homicidios, 17 mil 164 homicidios dolosos en el periodo enero-julio de este año de 2019.
El 90% aproximadamente de los homicidios dolosos han sido provocados por la guerra interna entre las bandas del crimen organizado, sobre todo los grandes cárteles. Se trata de grupos del crimen organizado trasnacional que nada quieren con la paz, que su negocio es el tráfico de drogas y que su capacidad de fuego ofensivo --no posesión de armas, sino uso de la violencia irracional-- es mayor a la institucional a la que le acaban de atar las manos con leyes sobre uso de la fuerza, derechos humanos y procedimientos policiacos.
Si alguna pequeña posibilidad pudo haber tenido la iniciativa de pactar la paz con los criminales, los tropiezos de la secretaria Sánchez Cordero la acaba de disminuir. Los grandes cárteles que tiene el control de los grupos de autodefensa paradójicamente armados por el gobierno de Peña Nieto en realidad no usan a las autodefensas más que como escudo.
El grave problema de la inseguridad no radica en los homicidios dolosos que revelan asesinatos entre cárteles por el control de las plazas de trasiego y consumo, sino en la delincuencia organizada/desorganizada que ataca a la sociedad. Por lo tanto, los ciudadanos siguen a la espera no de negociaciones de paz con delincuentes, sino de una ofensiva de seguridad pública para encararlos: secuestradores, ladrones de personas, casas y oficinas, extorsionadores y toda la calaña de delincuentes comunes que han rebasado a las autoridades.
La negociación con autodefensas será inútil porque el gobierno carece de estructuras y personal para sustituirlas. Y lo más grave con las autodefensas radica en que muchas de ellas se presentan como defensoras de la seguridad de zonas territoriales y ciudadanos, pero en la realidad operan como bandas delincuenciales con charola gubernamental y armas autorizadas de manera oficial.
El tropiezo de la secretaria Sánchez Cordero liquidó la posibilidad de la negociación de la paz y obligará al gobierno federal a crear una estructura intersecretarial para el tema de las pláticas de paz. Y de paso, ese desliz reveló que la Secretaría de Gobernación carece de facultades y recursos políticos y de seguridad para constituirse en Ministerio del Interior porque estas tareas competen a la Secretaría federal de Seguridad.
El margen de maniobra de la secretaría Sánchez Cordero se redujo sustancialmente, al grado de que la noche del martes volvieron a circular versiones de su inminente salida del gabinete.
Tortuguismo o… Pasó casi una semana y las autoridades capitalinas nada hicieron para detener al responsable del golpe artero, brutal y cobarde contra el periodista Juan Manuel Jiménez, de Canal 40. Si ya estaba identificado, por alguna razón retrasaron su arresto. Y de nueva cuenta el burocratismo tortuguista del GCDMX de la regenta Claudia Sheinbaum para darle salida lenta a las quejas de feminicidios y sobre todo agresiones sexuales. Los pasos previos a la alerta de género están siendo retrasadas por el gobierno capitalino porque darían la prueba de que la seguridad pública está deshecha.
Política para dummies: La política es sensibilidad, no manos torpes.