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Golpe de Estado

La derecha aplaude el golpe de Estado en Bolivia, le gritan dictador a un presidente electo, y se emociona con los generales mexicanos que critican al presidente acusándolo de izquierdista y dictador.

Si la mayoría de la población votó por una cierta inclinación político-ideológica, no es aceptable que una minoría deponga a ese gobierno electo. Cuándo las oligarquías y sus merolicos se unen a las fuerzas armadas retardatarias se logra la ley de la selva, una agresión sistemática y acribillamiento de las libertades.

Las imágenes de Bolivia son expresivas y brutales. La represión policiaco-militar utilizando una fuerza brutal para acallar las protestas de los que mayoritariamente votaron por su presidente y tratan de no perder la libertad. Los militares están para defender a la sociedad de los peligros externos, no para masacrar a la gente supuestamente para introducir orden, el orden y la paz de los sepulcros.

La derecha mexicana abraza e invita al golpe sin saber que también serán víctimas de la represión. Sus hijos sufrirán en las universidades porque los militares no respetan los centros de conocimiento, que deben ser focos de libertad. Pero la derecha no busca la libertad, busca saciar su odio.

Destruir el orden político que en México lleva más de un siglo tendrá un pago por varias generaciones. No es que los gobiernos no hayan utilizado la fuerza y la violencia contra la sociedad, pero un golpe de Estado desatará a la jauría que devorará a la sociedad, especialmente a su segmento pensante.

Propiciar un golpe de Estado es suicida, pero así es la derecha. Prefiere sacrificar la libertad, a cambio de que a aquellos que odian no tengan la posibilidad de darle un rumbo mejor al país.

 
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