El bruto impresentable que le lanzó café a la cara a una mujer y agredió su vehículo fue puesto a proceso.
Siguiendo el consejo de algún abogado pidió perdón y se ofreció a pagar los daños, lo cuál era descontado, el problema es que mientras el auto tiene reparación porque son daños cosméticos, el trauma que le produjo a la mujer es mucho más complejo porque los efectos de la agresión física no desaparecen con una simple disculpa.
Será muy interesante el juicio y la sentencia, porque el mismo ya aceptó la culpabilidad.
Tendrá que pagar los daños al auto. ¿Pero cómo se valora el daño infringido a la mujer? Y ni que decir que este caso estará en la mira de todo mundo, feministas y enemigos de la violencia, especialmente de aquella contra las mujeres.
Es muy posible que reciba un castigo ejemplar para empezar a poner el ejemplo de la forma en que se debe actuar contra aquellos que agreden mujeres.
Y aprovechando el viaje, sería bueno empezar a hacer justicia contra los jueces que actúan con ligereza contra los abusadores, porque en realidad se vuelven cómplices de la agresión y hasta el asesinato.
No es suficiente suspender a un juez venal, hay que tratarlos como criminales, esa es la asignatura pendiente para empezar a enderezar el sistema de justicia.
Un sistema cuyas mujeres son agredidas impunemente está lejos de ser democrático.