Una movilización tan amplia como la que ha supuesto que miles de personas hayan estado sesenta y seis días compareciendo en los balcones a una misma hora no puede alargarse indefinidamente. Cualquier movilización que tenga una vocación tan multitudinaria debe tener etapas y objetivos tangibles y verificables. No es posible mantener a la ciudadanía en los balcones de manera indefinida.
Desde el pasado 14 de marzo, miles de ciudadanos y ciudadanas hemos salido cada día a los balcones y ventanas de las casas en las que estamos confinados: ha sido la consecuencia de un deseo extraordinariamente extendido de dar las gracias a todo el personal sanitario que estaba -y sigue estando- defendiéndonos de los estragos de la pandemia. Cuando empezamos, a las 20.00 era de noche; ahora, cuando toca que pongamos punto y final a la convocatoria de los aplausos, el sol aún está bien presente. Tenemos que cambiar a otra fase.
Los "aplausos de las ocho" han tenido una extraordinaria fuerza. Es cierto que aplaudíamos el personal sanitario, pero sin duda también han constituido una forma de darnos ánimos a nosotros mismos, de comprobar que estábamos acompañados en el vecindario, unidos por el miedo a los efectos del virus y por la esperanza de vencerlo, de salir adelante manteniéndonos sanos y salvos.
El 17 de mayo serán 66 las veces en las que hemos querido abrazar agradecidos al personal sanitario: a los médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, personal de limpieza, personal de administración y mantenimiento, personal de las ambulancias, etc. Pero el abrazo también ha significado una especie de confluencia de tantos ciudadanos que compartimos una idea transversal, central, inequívoca: que somos y seremos firmes partidarios y defensores de una Sanidad Pública Universal, de una sanidad pública a la que consideramos la joya de la corona del estado democrático avanzado en el que queremos vivir.
La fuerza cívica y política de este encuentro de cada día no pasó desapercibida para nadie, claro; y tampoco para los que están en nuestras antípodas ideológicas: aquellos que consideran que la salud y la sanidad son una mercancía más, un objeto de negocio tan apetecible como cualquier otro, y este con una característica añadida: que todos, absolutamente todos, somos clientes potenciales de este entramado comercial.
Pronto surgieron desde este sector las críticas a los aplausos desde los balcones, y los participantes recibimos todo tipo de descalificaciones, de deslegitimación e, incluso, de insultos. Quisieron contrarrestar la masiva movilización con una convocatoria a las 21.00, explícitamente declarada contra el Gobierno central. Pero a pesar de la perseverancia militante de algunos, la comparación les ha resultado siempre desfavorable en cuanto a la participación del vecindario.
Ahora, en Madrid, estamos asistiendo a la sublimación de esta corriente contraria a los "aplausos de las ocho", y seguramente no tardarán en aparecer algunos imitadores en el resto de las Españas. En el Barrio de Salamanca
madrileño, lo que una parte de sus vecinos han llamado siempre la "Zona Nacional", han aparecido unos cientos de personas, con gran exhibición de banderas españolas, armados con ollas y cacerolas y con cazos para golpearlas. Incluso ha habido quien ha bajado de casa con un palo de golf para golpear las señales de tráfico. Todavía más, alguna señora bajó acompañada de la criada, con su uniforme de trabajo, para que fuera ésta la que golpeara la cazuela. Los concentrados de la Zona Nacional gritan enfurecidos, con el deje castellano que les es propio, dos consignas sobre todo: "Sánchez, dimisión" y "libertad, libertad" [sic].
En este escenario de confrontación que las derechas alimentan sin solución de continuidad, un grupo de amigos pusimos en marcha una campaña en change.org bajo el título "Aplausos para el Dr. Fernando Simón". Estábamos escandalizados por la maniobra de descrédito y de insultos a la que la derecha política y partidaria española ha sometido el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, del que han llegado a decir que es un "supuesto experto que se ríe de los muertos y que está al servicio del social-comunismo".
Pues bien, ahora que consideramos necesario pasar a otra fase en la defensa de la Sanidad Pública, el domingo 17 cerraremos la campaña de petición de firmas en nuestro modesto homenaje al Dr. Simón, y lo haremos en paralelo con la finalización de los "aplausos de las ocho".
Hemos sobrepasado las 70.000 adhesiones. Cifra que constituye una buena prueba del reconocimiento hacia la labor del médico aragonés. Varios medios de prensa y de televisión se han hecho eco de la iniciativa, y quienes la impulsamos hemos dado públicamente las gracias a todos los que la hicieron suya, a los que adhirieron su nombre a los nuestros como promotores.
Las más de 70.000 adhesiones han llegado fundamentalmente de España, pero también de países como los Estados Unidos o el Reino Unido y otros de Europa, América e, incluso, Asia. Como es lógico, la mayor cantidad de firmas han venido de los territorios más poblados de la península, Valencia, Barcelona, Sevilla... La sorpresa para los promotores de la campaña ha sido que ha resultado, curiosamente, Madrid la ciudad de la que han venido casi veinte mil reconocimientos a la labor del Dr. Simón. No todo es Zona Nacional en Madrid, por si alguien lo pensaba: de allí han llegado casi el 29 por ciento de los que han firmado a favor de nuestro pequeño homenaje al Dr. Fernando Simón.
Así pues, podemos decir que los promotores hemos alcanzado nuestro objetivo inicial; por eso el domingo 17 de mayo saldremos por última vez a los balcones a aplaudir a todos los sanitarios que han sido los valientes que nos han defendido y nos defienden del Covid 19.
Pero no nos engañemos: ni termina la lucha contra la pandemia ni podemos dejar de luchar con coraje por una Sanidad Pública Universal de la máxima calidad.
A partir del 17 de mayo el reto es mayúsculo: se trata de convertir esa fuerza cívica y social colectiva, expresada desde cada balcón, desde cada ventana, desde hace sesenta seis días, en una defensa firme y efectiva de nuestra Sanidad y de nuestro personal sanitario. Continuamos.