OBSERVADOR CIUDADANO
El mundo vive la crisis integral más profunda de que tengamos memoria las generaciones vivas. La misma ha sido provocada por la aparición del virus que ha sido designado como Covid-19. Ninguna nación se ha salvado de ser afectada por la pandemia, generando los mayores índices de mortalidad desde que la llamada Gripe Española que, por cierto, no surgió en España.
Según la Gaceta Médica (Sandra Pulido 19 de enero de 2018, https://gacetamedica.com/investigacion/la-gripe-espanola-la-pandemia-de-1918-que-no-comenzo-en-espana-fy1357456/) “La Gripe Española mató entre 1918 y 1920 a más de 40 millones de personas en todo el mundo. Se desconoce la cifra exacta de la pandemia que es considerada la más devastadora de la historia. Un siglo después aún no se sabe cuál fue el origen de esta epidemia que no entendía de fronteras ni de clases sociales. Aunque algunos investigadores afirman que empezó en Francia en 1916 o en China en 1917, muchos estudios sitúan los primeros casos en la base militar de Fort Riley (EE.UU.) el 4 de marzo de 1918.”
La Gripe Española tuvo también efectos devastadores en México. De acuerdo con Carlos Arellano González, (Milenio, 14-04-20, https://www.milenio.com/cultura/gripe-espanola-pandemia-1918-mato-miles-mexico) “para 1918, México se encontraba debilitado tras una violenta revolución que destrozó la infraestructura, dividió a la sociedad y fracturó las actividades económicas del país, además de haberse recuperado de una epidemia de tifus. Ante las noticias alarmantes de la enfermedad en Estados Unidos y la respuesta de las autoridades mexicanas, el periódico El Demócrata publicó a finales de octubre de ese año que "México no estaba ni remotamente preparado, desde el punto de vista sanitario, para evitar [la] pandemia actual". Al final, entre 300 mil y 500 mil mexicanos perecieron en el otoño de 1918…
“Por esas fechas, “un diario nacional informó sobre la muerte de alrededor de 400 mil perdonas y reportó que los estados más
afectados fueron Michoacán (48 mil), Puebla (45 mil) y Guanajuato (40 mil); la capital del país registró 12 mil fallecidos…”
Entonces, como ahora, los efectos de aquella pandemia no se limitaron a los ámbitos de la salud con una alta e inesperada mortalidad entre la población que contrajo el virus. Seguramente el impacto en la situación económica en el país en esos años fue también devastador. Sin embargo, su medición debió haber sido más complicada que en la actualidad por la falta de indicadores económicos comparables, que surgieron a lo largo del siglo XX, y porque la economía nacional se encontraba entonces sumamente debilitada como resultado de la guerra civil desencadenada por el movimiento revolucionario experimentado entre 1910 y 1917, cuestión que habría dificultado diferenciar los efectos atribuibles, por un lado a la lucha armada y por el otro a la pandemia, en la crisis económica.
En el contexto actual, resulta difícil, sino es que imposible, juzgar con objetividad que tan efectivas han sido las medidas preventivas y curativas que cada país ha aplicado hasta ahora para contrarrestar las afectaciones sanitarias del Covid-19. Vemos con preocupación, como la pandemia se está presentado actualmente con mayor fuerza en el continente americano, y que no se ha logrado controlar como quisiéramos.
México es el décimo cuarto país por su extensión territorial en el mundo, y el quinto en América, después de Canadá, Estados Unidos, Brasil y Argentina. Pero por su población, con sus 130 millones de habitantes, es el décimo país en el mundo y el tercero en América, solo por debajo de Estados Unidos y Brasil. De acuerdo con las estadísticas dadas a conocer por los diferentes gobiernos de nuestro continente, el índice de mortalidad de México por Covid-19 respecto al total de la población es de 23 por cada 100 mil habitantes, mientras que en Estados Unidos es 40.5 por cada 100 mil habitantes, y en Brasil de 31 por cada 100 mil habitantes. Esto es, que si los números son correctos el índice de mortalidad en México es menor relativamente que el registrado en los dos países con mayor población que la nuestra en el continente americano.
Por el lado de la caída esperada en Producto Interno Bruto (PIB), que es el índice sobre el desempeño económico de cada país, aceptado
como el indicador comparativo en forma universal, existen muchas y variadas previsiones de bancos, calificadoras financieras y organismos económicos públicos y privados. En el ánimo de usar una que pudiéramos considerar neutral, la de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), para este año se prevé que una caída promedio del PIB mundial en -6%. Para México en lo particular la OCDE considera que esta pudiera ser de entre -7.5 y -8.6%, mientras que para Estados Unidos sería de -7.3%, y para Brasil de entre -7.4 y -9.1%. La OECD considera así mismo que la caída económica para España y el Reino Unido pudiera ser de entre -11 y -14%. (El Economista, 10 de junio de 2020, https://www.eleconomista.com.mx/economia/OCDE-preve-una-caida-del-PIB-mundial-de-6-por-Covid-19-para-Mexico-estima-un-desplome-de-7.5-20200610-0030.html).
En otras palabras, la contracción prevista para la economía mexicana no es mayor o menor que la brasileña y la estadounidense, y si menor a la que se prevé para países europeos desarrollados como el Reino Unido y España.
Las reflexiones anteriores vienen a colación por los señalamientos de los críticos del actual gobierno de la República, que consideran que el desempeño de este, tanto en materia sanitaria como económica, ha sido errático y está llevando al país a su quiebra o desintegración.
Estas reflexiones no están formuladas con el objetivo de rechazar la crítica a la conducta del gobierno, y en particular la del presidente Andrés Manuel López Obrador. La crítica es saludable cuando es razonada y constructiva, pero es reprobable cuando es destructiva y se genera con el hígado y no con la cabeza.
Sería positivo que los mexicanos enfrentáramos la crisis estructural en que estamos inmersos; esto es, tanto en lo sanitario, como en lo económico y lo social, cerrando filas, como desafortunadamente solo lo hemos hecho en momentos aislados: los sismos del 19 de septiembre de 1979 y de 2017.
Esta reflexión, o llamado, está dirigido a todos los mexicanos, empezando por el gobierno que encabeza el presidente López Obrador, sus simpatizantes, y también sus detractores. Es momento
de unirnos para superar la gravedad de la coyuntura que enfrentamos como sociedad. El interés colectivo debe estar siempre por encima del particular.
@enriquebv