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Máscaras

Hay una batalla entre los científicos y las masas ignorantes y prejuiciadas, sobre el uso de las máscaras en la época de la pandemia.

Las máscaras no curan pero ayudan a prevenir el contagio. No son 100% efectivas porque nada lo es, pero no hay la menor duda de su eficacia, y si dos personas las usan, la eficacia aumenta, así de simple.

No obstante esta verdad científicamente sustentada, la batalla se da en muchos países, al grado que ya se están estableciendo multas para aquellos que no las usan. Ponerse una máscara en el cuello o llevarla en la mano no equivale a usarla. Algunos necios sostienen que su libertad de no usar máscaras debe imponerse por encima de la salud de los demás, que a final de cuentas es lo que está en juego, porque si de suicidio se trata, los necios bien pueden irse de este mundo, el problema es que se lleven consigo a los que aman a la vida.

Otros se niegan a usar máscara confiando que en el caso de contagio el gobierno corra con los gastos de su atención, porque su libertad de ser irresponsable debe ser protegida por el Estado.

Parece claro que hay dos tipos de conciencia, una egoísta que no ve más allá de sus narices y exige que se abandonen las medidas sanitarias, como el encierro, la cuarentena y las máscaras, otra colectiva que está interesada en el interés y bienestar general, para la que usar máscara puede ser, si acaso, una incomodidad menor.

La humanidad parece navegar entre una conciencia obtusa y otra humanitaria y benefactora, la batalla parece no ser fácil de resolver.

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